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Charles Scicluna, el exfiscal de la Iglesia en materia de delitos sexuales, fue uno de los que respondió las preguntas de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. | Foto: AP

DEBATE

La Iglesia pasa al tablero por pederastia

Un comité de la ONU criticó duramente la actitud del Vaticano frente a los abusos sexuales cometidos por sus sacerdotes.

16 de enero de 2014

A pesar de los esfuerzos del papa Francisco por mejorar la percepción que tienen las personas de la Iglesia Católica, la Santa Sede sigue en el ojo del huracán.

Esta vez, pasó a la palestra pública por cuenta de un comité de la ONU que criticó fuertemente el manejo que le ha dado la curia al escándalo global de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. 

En el primer interrogatorio público ante una entidad internacional, la Santa Sede debió responder ciertas preguntas incómodas sobre la pederastia. Además, el Comité sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas quería saber sobre la violación de un tratado que obliga a los firmantes a tomar todas las medidas apropiadas para proteger a los niños. 

Existen denuncias de que la Iglesia hizo todo lo posible para guardar su reputación, incluso permitir la violación de miles de niños al proteger a los sacerdotes pedófilos.

La investigadora del comité en asuntos de derechos humanos, Sara Oviedo, insistió en el hecho de que los sacerdotes abusivos eran trasladados y no entregados a la policía. Preguntó por qué se hicieron “esfuerzos para encubrir y ocultar esta clase de casos”.

Monseñor Charles Scicluna, el exfiscal de la Iglesia en materia de delitos sexuales, reconoció que la Santa Sede había respondido con lentitud a la crisis, pero dijo que ahora estaba empeñada en hacerlo con mayor rapidez. Alentó a los fiscales a tomar medidas contra los que obstruyen la justicia, una insinuación de que los obispos que trasladaron a sacerdotes de una diócesis a otra para protegerlos deben responder por ello.

 “No digamos si es demasiado tarde o no. Pero hay ciertas cosas que se deben hacer de otra manera”, dijo Scicluna.

A pesar de los argumentos de los religiosos, la ONU no le dejó un solo milímetro de acción y volvió a preguntar: “si se sigue ocultando y encubriendo estos hechos, ¿hasta qué punto se verán afectados los niños?”, como inquirió la psicóloga y psicoterapeuta italiana Maria Rita Parsi.

Por su parte, el Vaticano afirmó que no hay excusa posible a los casos de explotación y violencia contra niños pero enfatizó que existen responsables de abusos “en todas las profesiones”, incluso “entre miembros del clero y personal de la iglesia”, como defendió Silvano Tomasi, representante de la Santa Sede ante Naciones Unidas en Ginebra.

Tras la presentación introductoria de Tomasi, varios expertos del comité formularon preguntas a la delegación del Vaticano, como si se han adoptado mecanismos para investigar y sancionar de forma efectiva a los culpables de abusos dentro de la Iglesia, y sobre los programas de seguridad que se han implementado.

Asimismo, pidió aclaraciones acerca de la posición de la Santa Sede sobre cómo garantizar “el interés superior del niño” frente a cualquier otra consideración, y las medidas de “reparación física y psicológica” en favor de las víctimas.

El documento que habría incumplido la Iglesia

En 1990, la Santa Sede ratificó la convención sobre la protección de los niños y en 1994 presentó un primer informe sobre su aplicación. Pero casi de nada sirvió esto pues durante 18 años no presentó nuevos informes. 

Sólo lo hizo 22 años después de ratificar el tratado y luego de que explotaran varios escándalos por abusos sexuales en Europa y otras lugares del mundo.

Por ello, los defensores de las víctimas arguyen que la Iglesia encubrió a sus sacerdotes pederastas. Incluso, presentaron pruebas reveladoras sobre el tema al citar informes realizados en México y Gran Bretaña, conclusiones de juzgados investigadores en Estados Unidos e investigaciones gubernamentales en Canadá, Irlanda y otros países. Todos detallan cómo la cultura del secreto y el miedo al escándalo que impera en el Vaticano agravaron el problema.

La Santa Sede sostiene desde hace años que no es responsable de los delitos cometidos por los sacerdotes. Alega que los curas no son empleados del Vaticano sino ciudadanos de los países donde residen y están sujetos a las fuerzas policiales locales. También dice que los responsables de los sacerdotes son los obispos de las diócesis, no el papa.

Pero los grupos defensores de las víctimas y de los derechos humanos proporcionaron al comité de la ONU documentos del propio Vaticano que demuestran cómo desalentó a los obispos de denunciar a los abusadores a la policía.

Otro miembro del comité, el profesor de derecho internacional Jorge Cardona Llorens, preguntó cómo el Vaticano elaboraría “criterios específicos” para dar prioridad a los intereses de los niños, ya que no existían aún.

Scicluna respondió que la Iglesia quería ser un modelo de protección de los niños y la atención a las víctimas.

“Creo que la comunidad internacional busca esa orientación en la Santa Sede. Pero no bastan las palabras, tiene que existir un compromiso concreto. Los estados que están en conocimiento de la obstrucción de justicia deben tomar medidas contra los ciudadanos de sus países que obstruyen la justicia”, expresó Scicluna, un obispo maltés que en otra ocasión juzgó de reponsables a los obispos que no tomaran las medidas adecuadas en los casos de curas pedófilos.

Con información de agencias.