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Marta Lucía Ramírez votó con su esposo Álvaro Rincón en el kilómetro 5, vía a la Calera, cerca de su residencia. A las seis de la tarde estaba feliz por lo que considera un gran triunfo y porque cree que será decisiva en la segunda vuelta. | Foto: Foto: Claudia Camejo - Semana

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El éxito de Marta Lucía

A Marta Lucía Ramírez, sin el apoyo de su partido, y peleando un muy competido voto de la derecha, le fue mejor de lo que casi todos se imaginaban.

26 de mayo de 2014

Todos los que conocen a Marta Lucía Ramírez dicen que ella siempre logra lo que se propone. Y si bien el resultado de ayer no le alcanzó para pasar a la segunda vuelta y convertirse, al menos por ahora, en presidenta de Colombia –como ella se lo propuso hace casi 20 años– la votación que obtuvo es muy buena. Más aún si se tiene en cuenta cómo estaban dispuestas las fichas del ajedrez electoral.

En primer lugar, Ramírez se presentó como una candidata de derecha, que si bien es coherente con lo que ha sido su trayectoria, la puso a pelear votos de la misma canasta no solo con Óscar Iván Zuluaga –que tiene a su lado al expresidente Álvaro Uribe, el peso pesado de la derecha en el país–, sino también con el propio Juan Manuel Santos y con Enrique Peñalosa. Es pues muy meritorio que haya logrado casi 2 millones de votos cuando cuatro de los cinco candidatos estaban rasguñando votos en el mismo segmento del espectro ideológico.

En segundo lugar, su condición de mujer que podría ser una carta ganadora, también se vio neutralizada con la presencia de otra mujer, Clara López, del Polo Democrático, en la baraja de cinco candidatos.

Y en tercer lugar, el resultado también es admirable si se tiene en cuenta que Marta Lucía en la práctica no tuvo un partido que la respaldara. Como se recordará, llegó a ser la candidata conservadora luego de que las bases de su partido decidieron rebelarse a los congresistas para darle a Ramírez la candidatura. Pero eso fue solo en teoría, porque en la práctica la maquinaria, 18 de los 22 senadores conservadores, le dieron la espalda y apoyaron al candidato Santos. En otras palabras, ella se echó al hombro el lastre de lo que significa ser la candidata de un partido tradicional como el conservador pero sin los votos.

A pesar de todo, en las últimas dos semanas se comenzó a sentir en las calles cierto entusiasmo ‘martaluciista’. Algunos creían que le iba a ir tan bien como le fue a Noemí Sanín en 1998 y otros incluso pensaron que se iba a colar en la segunda vuelta.

Al final votaron por Marta Lucía casi 2 millones de colombianos y se ubicó en el tercer lugar, con 15,55 por ciento de la votación. Es decir, no fue tan apoteósica como la victoria de Noemí 1998 (en la que fue tercera con 2,8 millones de votos, para el 26,88 por ciento del total), pero estuvo muy por encima de la Noemí 2002 (cuarta, con 641.000 sufragios y 5,8 por ciento de la votación) o la Noemí 2010 (quinta, con 893.000 votos y 6,13 por ciento del total). La comparación es importante porque Marta Lucía Ramírez, con su resultado, se convierte en la segunda mejor votación en la historia de Colombia para una mujer.

¿Cuál fue la clave de su resultado? Hasta marzo, Ramírez no pasaba del 4 por ciento de intención de voto. Sin embargo, en la última medición, el 18 de mayo, apareció con un 9,7 por ciento y con tendencia a seguir creciendo.

Dos factores contribuyeron a su despegue. El primero fue la guerra sucia entre los dos candidatos punteros –Santos y Zuluaga– que fatigó a un gran sector de votantes de opinión que se fueron a buscar otras alternativas. Y el segundo, que esos votantes hastiados se encontraron con una cuña de televisión muy bien lograda de Marta Lucía Ramírez. La cuña es sobre su historia de superación personal, en la que explotaron muy bien su carácter: el de una mujer aguerrida, sin privilegios y a la que no le ha temblado la mano para superar los enormes obstáculos que se le han cruzado para conseguir lo que quiere. En la cuña se dice que Marta Lucía superó problemas económicos para educarse, consiguió empleo sin palancas, rompió el tabú de que una mujer no podía ser ministra de Defensa e incluso pudo ser mamá en contra de los veredictos de los médicos. Su mensaje, como lo dijo esta revista, evocó el exitoso eslogan del ‘¡Sí se puede!’ de Belisario Betancur en 1982.

Este resultado no es una derrota, por el contrario, pone a Marta Lucía Ramírez en la fila india para comenzar en cualquier momento una nueva aventura electoral.