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El presidente Santos se quejó esta semana de las caídas de la señal de su celular. Pasó justo cuando el gobierno trata de convencer, vía avisos de prensa, que poner más antenas repetidoras para solucionar el problema no afecta la salud de los vecinos de las enormes torres, como las que se ven en estas montañas.

DEBATE

¡Se cayó la señal!

Colombia está enfrascada en un dilema: por un lado todos exigen mejor calidad en las llamadas de teléfono celular pero por el otro nadie quiere que le pongan una antena cerca de su casa ¿Qué hacer?

17 de agosto de 2013

La mala señal de los teléfonos celulares en Colombia tocó fondo. El propio presidente Juan Manuel Santos en su cuenta de Twitter escribió: “Llamadas por celular entre el palacio y el aeropuerto se caen mínimo 3 veces. Ministro, ¿podría hacer algo?”.

El malestar del presidente lo padecen también millones de colombianos que creían que con la asignación del espectro 4G y las nuevas medidas de control el celular funcionaría perfecto. Pero no es así. Para evitar que se caigan las llamadas y para la navegación de alta velocidad en internet, se requiere instalar por lo menos 1.500 nuevas antenas de repetición. “Solo en el centro de Bogotá el déficit de antenas es del 40 por ciento”, dijo Rodrigo Lara, director de Asomóvil, que reúne a los tres operadores del servicio de telefonía móvil.

Los operadores están dispuestos a hacer la inversión. Pero existe un rechazo de los ciudadanos a ser vecinos de enormes torres repetidoras, porque temen posibles daños a la salud. El temor ha ganado tanto terreno que hoy 28 ciudades tienen normas que impiden o restringen la ubicación de esas estructuras. 

Como si eso fuera poco, en diciembre pasado la Corte Constitucional ordenó al Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones  “regular la distancia prudente entre las torres de telefonía móvil y las viviendas, instituciones educativas, hospitales y hogares geriátricos”, dice el fallo de tutela que amparó los derechos de una niña con cáncer, cuya casa está ubicada a 26 metros de una de esas antenas en Fresno, Tolima.

El tema tiene tan preocupado al gobierno, que desde hace varios días el ministerio y la recién creada Agencia Nacional del Espectro (ANE), han organizado foros para hacer claridad y acabar con el temor hacia esas torres y pusieron en marcha un sistema de medición de radiación de antenas celulares. “realizamos 21.000 mediciones de control; mapas de verificación de cumplimiento para 72 ciudades y tenemos instalados 43 equipos de monitoreo”, dijo Óscar León, director general de la ANE.

La pregunta de fondo es si hay razones para temer por el efecto de esas antenas en la salud o solo es parte de un mito que ha crecido. Por un lado, estudios avalados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), dicen que “la evidencia a la fecha sugiere que la exposición a campos de radiofrecuencia de bajo nivel (antenas y celulares) no causa efectos adversos a la salud”. 

Pero por otro lado, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer clasificó las radiaciones que producen los teléfonos móviles como “posiblemente carcinógenos para los seres humanos”. Ante la duda muchos jueces, no solo en Colombia, acogen la tesis de quienes prefieren prevenir.

Para curarse en salud, el país adoptó las recomendaciones técnicas que se aplican en Europa, donde organizaciones como la Unión Internacional de Telecomunicaciones y la Comisión Internacional para la Protección de la Radiación, fijaron rangos mínimos de exposición a la radiación de antenas y celulares. En ciudades como París permiten instalar  20 antenas por kilómetro cuadrado. En Colombia, las fuentes oficiales dicen no tener el dato porque según ellos las empresas no se los entregan.

Irónicamente lo que sí advierten los estudios, es que la escasez de antenas hace que los celulares aumenten su potencia para alcanzar la señal y de paso crezca la radiación sobre el usuario. Gilberto Toro, director ejecutivo de la Federación Nacional de Municipios resumió el debate con una frase: “Le apostamos a una buena comunicación o les caminamos a las especulaciones”.

Algunos prefieren el camino intermedio. Por ejemplo, Camilo Casadiego, secretario de Planeación de Armenia, explicó que agregaron en el POT una norma que obliga a que las empresas de telefonía compartan la infraestructura existente “así evitamos que proliferen las antenas”.

Ese tema de compartir entre operadores es una de las exigencias que hizo el gobierno, pero no será suficiente. La llegada de nuevas torres para mejorar la mala señal del servicio celular parece ser inevitable.