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Detrás de la portada

Por su trabajo ha tenido que padecer -en abnegado silencio- amenazas de muerte e intentos de desprestigio. También ha sido premiado 12 veces en Colombia y el exterior.

Daniel Coronell
24 de agosto de 2012

Ricardo Calderón tiene 41 años, un desvencijado BMW apenas dos años menor que él, 350.000 folios por leer y un disco duro de siete terabytes. Llegó a SEMANA en 1994 como practicante de la sección de Deportes y desde esa época ha estado condenado a hacer lo que nadie más quiere.

Entró a deportes no porque le gustara sino porque Hernando Álvarez, hoy aclamado director de BBC Mundo en Londres, estaba aburrido de escribir sobre fútbol. Mucho después en una conversación de pasillo, que no duró más de 20 segundos, Ricardo logró convencer al director de la época, Mauricio Vargas, de que podía cubrir otros temas sin descuidar la sección deportiva.

Por un buen tiempo Ricardo fue un híbrido curioso: cronista deportivo y reportero de orden público. Muchas historias de SEMANA sobre, por ejemplo, la ascendente carrera de Juan Pablo Montoya en las pistas europeas terminaron redactándose entre sopa de arroz y gaseosa caliente, en San Francisco de la Sombra o en Cartagena del Chairá.

Siguiendo la voz de la curiosidad, Ricardo se encontró con su primer gran tema. Habían anunciado por esos días la generosa ayuda de Irán para construir un frigorífico en el Caguán. En ejercicio del sagrado deber de escepticismo hizo cuentas y se percató de que era demasiado bueno para ser cierto. El proyecto requería una inversión multimillonaria en una zona sin vías suficientes y con fuerte influencia de las Farc.

Algunos expertos conceptuaron que instalaciones refrigeradas de esa magnitud y en ese sitio podían ser usadas para enfriar armas nucleares. La revista Newsweek, retomando la investigación de SEMANA, alertó internacionalmente sobre el posible plan y el gobierno iraní decidió cancelar el proyecto no sin antes aclarar que ellos tampoco lo querían hacer porque súbitamente descubrieron que realmente no necesitaban producir carne al otro lado del mundo.

Los trabajos de Ricardo y María Cristina Caballero para SEMANA fueron la primera alerta sobre la criminal hipocresía y el doble juego de las Farc en ese proceso.

Con esa misma determinación, Ricardo demostró que Santa Fe de Ralito ("de relajito" tituló SEMANA en aquella ocasión) se había convertido en una mezcla de Caguán con Catedral. Los negocios ilegales de los cabecillas narcoparamilitares se hacían en medio de bacanales desde un burladero amparado por el Estado.

El alcance de las conversaciones secretas de Luis Carlos Restepo con los 'paras' y el tema de la reelección presidencial -tocado por primera vez en la mesa de Ralito- han hecho parte de investigaciones adelantadas por él. Curiosamente las denuncias de SEMANA, negadas furiosamente por el gobierno en ese momento, se convirtieron después en las razones para justificar la extradición de los antiguos interlocutores.

Fue también un trabajo suyo el que demostró las interceptaciones ilegales efectuadas por la Policía a miembros del gobierno, de la oposición y periodistas en el año 2007. El hallazgo tumbó de rebote a 11 generales de la Policía.

La costumbre siguió en el DAS, usado para perseguir ilegalmente a quienes el gobierno consideraba sus enemigos. Ricardo Calderón investigó, expuso el tema y ha publicado 150 artículos sobre las chuzadas.

Por su trabajo ha tenido que padecer -en abnegado silencio- amenazas de muerte e intentos de desprestigio. También ha sido premiado 12 veces en Colombia y en el exterior. Ha vivido florecientes períodos en los que la revista quiere investigar y otros en los que quiere menos.

Nunca ha tenido, ni ha querido, reconocimiento público por su labor. No hay firma en sus trabajos. Su crédito, en letra menudita en la bandera, es quizás la única prueba de su existencia dentro de un gigante editorial del cual él ha sido -sin aspavientos- uno de sus motores.

Por eso en esta celebración de 30 años de SEMANA, en la que justamente se reconoce la labor de su fundador Felipe López, de su director Alejandro Santos y de tantas personas importantes que han contribuido a esta historia; quise dedicar esta página a los reporteros de la revista, a los de ahora, a los de antes y a Ricardo Calderón que ha sido y es uno de los mejores de este oficio.