| Foto: Juan Carlos Sierra

OPINIÓN

En Venezuela: una comedia de equivocaciones

Maduro perdió la oportunidad de la dar al régimen que preside legitimidad ante el mundo y ante su propio pueblo. La oposición por su parte puso en evidencia su fragilidad ante las diferencias internas.

Julio Londoño Paredes
21 de octubre de 2017

No obstante los pronunciamientos internacionales que se han hecho después de las elecciones en Venezuela, parecería que la comunidad internacional se va acostumbrando a la situación existente en ese país. La atención se va desplazando hacia a los bandazos de Trump sobre Corea del Norte y hacia los intentos independentistas de Cataluña y de los kurdos.

Incluso en Colombia los escándalos sobre corrupción que van apareciendo como capítulos de una novela de suspenso y la multiplicación de “grupos disidentes” de las FARC, han llevado a que las cotidianas amenazas y denuestos de Maduro contra nuestro país pasen inadvertidas.

Maduro y su entorno, con jugarretas como los cambios de los centros de votación y la exigencia de que los nuevos gobernadores debían posesionarse ante la espuria asamblea nacional constituyente, lograron ventajas. La oposición quedó maltrecha y dividida. Mientras que la ex fiscal venezolana Luisa Ortega, hacía llamamientos para que la gente acudiera a votar, en Venezuela algunos dirigentes de la oposición sostenían que se debía optar por la abstención.

Sin embargo, Maduro al manipular las elecciones no sólo cometió el error de precipitar el riesgo de nuevas sanciones, en especial por parte los Estados Unidos y la Comunidad Europea, sino que perdió la oportunidad de dar a su gobierno una imagen de legitimidad ante el mundo y ante su propio pueblo.

Olvidó las enseñanzas de su mentor Hugo Chávez que afrontó l4 procesos electorales que no pudieron ser descalificados. Desde la OEA hasta la Fundación Carter, que preside el exmandatario norteamericano, que actuaron en varias oportunidades como observadores, se vieron en su momento obligadas a reconocer que esos procesos fueron correctos, sin perjuicio de las críticas que pudieran hacerse al sistema.

En ese caso, seguramente algunos de los que han aplicado sanciones se hubieran visto, por la fuerza de los hechos, obligados a reconsiderar su posición, mientras que varios de los que han formulado críticas por la manipulación electoral, habrían quedado descalificados.

Si le régimen madurista, en lugar de haber ganado 25 gobernaciones, en un proceso limpio hubiera logrado 18, de todas maneras, hubiera salido triunfante y hubiera comenzado a asegurar la continuidad del régimen después de las elecciones presidenciales del próximo año.

Entre tanto Colombia, que atraviesa una crisis por el desempleo que contribuye al crecimiento de los cultivos ilícitos y de diversas modalidades de delincuencia asociada al narcotráfico, se ve afectada por la llegada masiva de venezolanos que huyen ante la desastrosa situación de su país, comparable a la de algunos estados africanos.

La diferencia de la emigración que se dio hace varios años de colombianos hacia Venezuela con la que ahora se presenta en sentido inverso, es que mientras nuestros compatriotas salían en busca de una vida mejor hacia un país caracterizado por la opulencia, los venezolanos que ahora llegan a Colombia, solamente tratan de sobrevivir no obstante las graves dificultades por las que aquí se atraviesan.

(*) Profesor de la facultad de relaciones internacionales de la universidad del Rosario