100 EMPRESAS

A todo tren

Se cumplen 20 años de la entrada en operación del Metro de Medellín. Hoy es la empresa más admirada por los antioqueños.

16 de mayo de 2015

Pocas empresas han impactado tanto la vida de una región como el Metro de Medellín. Su origen se remonta a 1979, cuando se creó la Empresa de Transporte Masivo del Valle de Aburrá (Etmva) -constituida por partes iguales por el municipio de Medellín y el departamento de Antioquia- para que desarrollara el proyecto.

La historia del metro está marcada por grandes hitos que muestran que el camino no ha sido fácil, pero que, al final, ha llevado a construir la empresa, que según los estudios de percepción ciudadana, es la más admirada por los antioqueños.

En 1985, cuando circuló por primera vez esta edición de las 100 Empresas más grandes del país, comenzó también la construcción del metro de Medellín, aunque el contrato se había firmado casi dos años atrás.

Los trabajos comenzaron en medio de un clima de estrechez económica, dificultades para importar los equipos y retrasos en los planes de trabajo por parte del Consorcio Hispano-Alemán. Luego esto se volvió una constante en el tiempo de ejecución de las obras. El proyecto era observado con lupa por el país dado el costo millonario de las obras, los empréstitos internacionales requeridos y las garantías que la Nación estaba dando para los mismos.

Estaba previsto que en cinco años la región pudiera estar gozando del tren metropolitano, pero esto solo ocurrió diez años después. El 30 de noviembre de 1995, a las once de la mañana se inició la operación comercial del Metro de Medellín en un primer tramo. Luego la red se ha ido extendiendo.

Pero esta empresa no sería lo que es hoy si no se hubieran resuelto dos grandes problemas que se habían generado desde la construcción. Le correspondió a Ramiro Márquez como gerente general, cuando se posesionó en marzo de 2001, ayudar a buscarles salida. El primer lío era la necesidad de refinanciar la deuda del Metro de Medellín con la Nación, que ascendía a 1.590 millones de dólares y comprometía la situación financiera de la Etmva y la de sus dueños.

En 2004, bajo la presidencia de Álvaro Uribe, se llegó a un acuerdo definitivo para cancelar dicha deuda. Para lograrlo, el gobierno nacional le pidió a EPM retirar una demanda que tenía sobre Isagén por el uso de la cadena hidráulica del oriente antioqueño. Esto, de paso, resolvió un problema que tenía la generadora. Este arreglo le permite a la región acabar de pagar la parte que le corresponde por la ejecución de la obras, equivalente al 60 por ciento del costo total. La Nación aportó el 40 por ciento restante.

El segundo problema eran una serie de demandas entre el Consorcio Hispano-Alemán y el Metro que valían 650 millones de dólares. Después de una batalla jurídica dentro y fuera del país, en 2009 las partes consiguieron arreglar los litigios y renunciaron a sus reclamos.

Para Ramiro Márquez, quien estuvo en la gerencia hasta marzo de 2015, estos episodios de la historia del metro dejaron un gran aprendizaje, pero al mismo tiempo la posibilidad de mirar el futuro con gran ilusión, algo que quedó plasmado en el Plan Maestro Confianza en el Futuro 2006-2030.

El metro ha seguido su marcha, más allá de los rieles. En 2004 entró en funcionamiento el Metrocable; en 2011 se inició la operación, por encargo del Municipio de Medellín, de los buses articulados (Metrobus) y la Etmva también operará el tranvía que circulará por el centro de la ciudad a partir de septiembre de este año.

Actualmente, el sistema en su conjunto cuenta con 63 estaciones. Después de 20 años de funcionamiento, el área de influencia directa de la red del metro se extiende por seis municipios: Bello, Medellín, Itagüí, Envigado, Sabaneta y La Estrella y tiene rutas integradas a otros municipios cercanos. Casi 700.000 personas utilizan al día el metro, lo que se incrementará a cerca de 900.000 con la operación plena de los buses articulados y el tranvía.

Más allá de estos hechos históricos, alrededor de este sistema se desarrolló lo que se conoce como la Cultura Metro que se basa en los principios de la movilidad sostenible, con energía limpia, beneficio social y comportamiento cívico, algo que ha sido reconocido internacionalmente.