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Los barones del agua y los tiempos del cólera

Una investigación de un año del Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos, publicada en exclusiva para SEMANA, muestra cómo unas pocas multinacionales están controlando cada vez más el agua potable del mundo.

16 de febrero de 2003

Cuando el cólera apareció en la Costa de los Delfines de Suráfrica, en agosto de 2000, los funcionarios del gobierno supusieron inicialmente que tan sólo se trataba de uno de aquellos brotes esporádicos que por largo tiempo han azotado la costa oriental del país. Sin embargo, al extenderse la epidemia, el drama resultó ser una crónica de muerte, anunciada por la ceguera de una ideología.

En 1998, los consejos locales habían comenzado a dar pasos para comercializar sus infraestructuras de suministro de agua, obligando a los residentes a pagar el costo pleno del agua potable. Sin embargo, muchos de los millones de personas que viven en los barrios subnormales de la región no podían pagar las tarifas. Al cortárseles el servicio se vieron obligadas a buscar agua en riachuelos, charcas y lagos contaminados con boñiga y desperdicios humanos. Para enero de 2002, cuando terminó la peor epidemia de cólera de la historia de Suráfrica, ésta había infectado a más de 250.000 personas, matado a más de 300, y se había extendido hasta Johannesburgo, a más de 480 kilómetros de distancia.

Hacer que la gente pagara el costo total de su agua potable "fue la causa directa de la epidemia de cólera", dijo en una entrevista David Mesón, un científico social enviado por el gobierno para que investigara la epidemia. "No existe duda al respecto".

Las semillas de la epidemia habían sido sembradas mucho antes de que Suráfrica decidiera emprender el mortífero camino de la privatización. Fueron sembradas ante todo por un agresivo grupo de empresas de servicios públicos, principalmente europeas, que están intentando privatizar el agua potable del mundo con la ayuda del Banco Mundial y de otras instituciones financieras internacionales.

A juicio de dichas empresas, se acabó la época de los vasos de agua gratuitos y para ello disponen de una campaña de relaciones públicas que apoya sus argumentos de ventas. A escala mundial, y en muchos países en desarrollo, el agua es un bien escaso, valioso y claramente mercadeable. "La gente que no paga no trata el agua como el precioso recurso que es", dijo un ejecutivo.

Una investigación de un año por parte del Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos (Icij), proyecto apoyado por el Centro para la Integridad Pública, mostró que las tres empresas de suministro de agua más grandes del mundo -Suez y Vivendi Environment, de Francia y Thames Water, con sede en Gran Bretaña pero de propiedad de RWE AG de Alemania- se han expandido desde 1990 a todas y cada una de las regiones del mundo. Otras tres empresas, Saur de Francia y United Utilities de Inglaterra que trabajan en conjunto con Bechtel de Estados Unidos, también han obtenido importantes contratos internacionales para suministro de agua potable. Sin embargo el tamaño de estas tres últimas palidece en comparación con las primeras.

La investigación muestra que esas empresas han trabajado frecuentemente con el Banco Mundial, haciendo lobby a los gobiernos y a las organizaciones de comercio y estándares mundiales para que se cambien las legislaciones y los convenios de comercio de modo que se obligue a la privatización de la infraestructura de producción de agua.

Aunque las empresas privadas tan solo operan cerca del 5 por ciento de las plantas de agua del mundo, su crecimiento durante los últimos 12 años ha sido enorme. En 1990, cerca de 51 millones de personas eran abastecidas por empresas privadas. Esa cifra supera los 300 millones de personas actualmente. La investigación del ICU, que les siguió la pista a las operaciones de las empresas de agua más activas a nivel mundial durante 12 años, mostró que para 2002 manejaban las redes de distribución de agua en cuando menos 56 países y dos territorios. En 1990 estaban activas en tan sólo una docena de países.

El crecimiento de ingresos ha corrido parejo con la expansión de las empresas, según lo mostraron los informes anuales revisados por ICU. Vivendi Universal, la filial de Vivendi Environement, registró en 1990 ingresos superiores a los 5.000 millones de dólares por conceptos relacionados con agua y para 2002 el mismo rubro había superado los 12.000 millones. RWE, que ingresó al mercado del agua al adquirir a Thames Water de Gran Bretaña, aumentó sus ingresos por concepto de agua en 9,786 por ciento, al pasar de 25 millones en 1990 a 2.500 millones de dólares en el año fiscal 2002. Esa explosiva tasa de crecimiento ha generado preocupación de que un puñado de empresas privadas pueda llegar pronto a controlar una porción sustancial del recurso más vital del mundo. Mientras que las empresas describen la expansión del sector privado como una respuesta natural a la creciente crisis de escasez de agua, los observadores reflexivos señalan las trampas que conlleva ese enfoque demasiado conveniente.

"Debemos ser extremadamente cuidadosos en no imponerle fuerzas de mercado al agua porque hay muchas más decisiones críticas relacionadas con el manejo del agua -hay decisiones medioambientales, decisiones socioculturales-", dice David Boys de Public Services International, con sede en el Reino Unido. "Si uno mercantiliza el agua, sometiéndola al control del mercado, y deja a un lado cualquier otra preocupación distinta del lucro, termina perdiendo completamente la capacidad de controlarla".

Hasta el momento la privatización se ha concentrado en los países más pobres, en donde el Banco Mundial ha utilizado su poder financiero para obligar a los gobiernos a privatizar sus empresas de acueducto a cambio de préstamos.

En Africa, el examen de los registros de empresas de acueducto practicado por Icij mostró que se expandieron a más de 10 países partiendo de sólo tres en 1990 y que también están activas en por lo menos 10 países asiáticos, ochoi latinoamericanos, tres norteamericanos, dos caribeños más Puerto Rico, tres en el Medio Oriente más la Franja de Gaza, en Australia/Nueva Zelanda y en 18 países europeos con la mayor expansión en Europa Oriental. Allí el Banco Europeo de Reconstrucción y Fomento ha desempeñado un papel decisivo al estimular países a privatizar a cambio de préstamos.

Habiéndose establecido firmemente en Europa, Africa, América Latina y Asia, las empresas de acueducto están expandiéndose en el mercado mucho más lucrativo de Estados Unidos. En años recientes, las tres mayores empresas europeas se han lanzado a la compra de las grandes compañías de acueducto de Estados Unidos, incluyendo USFilter y American Water Works Co. Inc. Peter Spillet, ejecutivo de alto rango de la Unidad Thames de acueducto de RWE, le dijo a Icij que su empresa estima que en 10 años duplicará su mercado a 150 millones de clientes básicamente a través de su expansión en Estados Unidos. Hasta el momento los europeos han privatizado los acueductos en varias ciudades medianas de Estados Unidos, incluyendo a Indianápolis y a Camden, en Nueva Jersey, y están tratando de asegurar contratos en Nueva Orleans. Su expansión, no obstante, fue frenada en Atlanta, ciudad que canceló su contrato a 20 años -el mayor de su tipo en Estados Unidos- con una filial de Suez al cabo de tan sólo cuatro años y le devolvió la operación a la empresa pública de la ciudad.