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Bajo los ojos de la Corte

23 de agosto de 2008

Del relevante análisis publicado por SEMANA bajo el título ‘‘Jab’ a la mandíbula’ (edición #1372), se podría deducir que, más allá del supuesto choque de trenes, lo que realmente subyace en la agresiva y desigual cruzada de desprestigio adelantada por el gobierno del presidente Uribe y sus huestes contra las Cortes es la malsana pero bien calculada estrategia para justificar la afectación de los pesos y los contrapesos de poderes de nuestra estructura constitucional, a favor de la institución presidencial y en desmedro de la rama judicial, y cuyo objetivo mediático sería hacer realidad el soñado entierro de la para-política, una vez la Corte Suprema sea despojada de las investigaciones con las cuales ha venido estableciendo las paternidades del engendro “narcoparamilitar”. De otra parte, el precipitado proyecto de reforma a la justicia, ambientado con discursos autoritarios y populistas, incuba una alta dosis de burla y de ironía: desoye las voces de millones de colombianos cuya penuria no les permite hacer valer su derecho constitucional a una pronta justicia, pero sí atiende con gran diligencia y generosidad el clamor de un buen número de honorables y ‘desprotegidos’ congresistas, para que sean sustraídos de la temible órbita de las Cortes (¿por qué será?). Y lo que es peor, pareciera que el gobierno y sus aliados han optado por el atajo del “todo vale”: complot al estilo ‘Tasmania’, señalamientos de corrupción, grabaciones clandestinas y denuncias por calumnia contra los magistrados. Pero, así mismo, olvidan que la Corte Penal Internacional ya tiene puesta su mirada tutelar sobre la justicia en Colombia

Ramón Francisco García Sánchez
Bogotá

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