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“Por fortuna estos casos son extremadamente raros”, Juan Carlos Ramírez, Bogotá.

4 de abril de 2015

La luz de la moral

“La Justicia, es la reina de las virtudes republicanas, y con ellas se sostienen la igualdad y la libertad”: Simón Bolívar.

Leído su editorial, edición n.º 1716, y otros conceptos respetables de la situación actual de la Justicia, queda solo la confusión, el horror por tan acerbo desprestigio. A escasos cuatro años del segundo centenario de la fundación de la República, algunos magistrados todavía no se han dado cuenta que la Justicia es virtud de acrisolada dignidad, de sabiduría, porque tienen la potestad de la libertad o el castigo, y la obligación de orientación moral de los ciudadanos en representación de la patria y la ley.

En 196 años ni los estadistas, ni los ‘constitucionalistas’ tan abundantes que han nacido en este suelo, le han dado a la Justicia el blindaje legal suficiente, para preservarla de peligros y perfidias internas o externas.

Quién o qué rama del poder puede reformar la Justicia, darle la majestad, fortaleza, respeto supremo, cuando el magistrado culpado asombra con las referencias contra sus colegas, el fiscal, el procurador, y el Congreso es la podredumbre que sepulta todas las virtudes.

Del Congreso salió furioso el diabólico basilisco de la violencia política, a imponer la muerte donde la vida era respetada. Se legisla para intereses partidistas, personales, privilegios, corrupción, que en países donde hay verdadera democracia se consideran traición a la patria, delito inexistente en Colombia, porque las palabras deslealtad y traición, ni se escriben ni se pronuncian.

Ojalá la luz de la moral descubra e ilumine el grupo de héroes que le marque para siempre a nuestra Justicia la orientación de grandeza, de incorruptibilidad, para que la igualdad, la libertad y la democracia sean realidad, sin sangre ni miedo.

Isaac Vargas Córdoba
Florencia                  


Viable y democrática

El análisis de la portada ‘!Verguenza!’ (SEMANA n.º 1716),  nos hace reflexionar en la templanza ante una grave crisis. Los ciudadanos estamos indignados con el escándalo y queremos ver justicia. A pesar de ese sentimiento, no podemos dejarnos llevar por emociones, en donde la coyuntura arrastre la institucionalidad. Esta grave situación no puede llevarnos a que se rompa el equilibrio de poderes. Con sus defectos esas son las instituciones que provee la Constitución Política, y esos son los hombres y mujeres que produce la tierra colombiana. Ese cúmulo de instituciones y decenas de magistrados de las cortes han hecho que esta nación sea viable y democrática.

Las peores crisis de la Justicia son: la toma del Palacio de Justicia, con el asesinato de magistrados y un centenar de personas a la sazón de la narcoguerrilla. También lo es la intromisión del Ejecutivo en la majestad de la Corte Suprema con el general Rojas y pasados gobiernos. Y se superaron con templanza en medio de las altas temperaturas de la época.

Esta nueva crisis se enmarca en un caso puntual; es curioso que acusado y acusadores tienen como propósito mostrar que reina el caos y la anarquía institucional. Por ello, esperamos que esta crisis coyuntural y severa no nos lleve a futuros totalitarismos o mesianismos.

Iván Darío Gómez Lee
Bogotá



El sentimiento de la mayoría


La portada de la edición de SEMANA n.º 1716 ilustra muy bien dos caras de la realidad colombiana. Por una parte, destaca los penosos sucesos protagonizados por compatriotas que lamentablemente ocupan altas posiciones del Estado. El titular, ‘¡Vergüenza!’, describe con acierto el sentimiento de la inmensa mayoría de ciudadanos que indignados censuramos la conducta de estos sombríos personajes que, en su afán por incrementar su poder y ganar dinero, comprometen no solo su propia dignidad, sino también la de las instituciones. Por otro lado, la portada registra la muerte de Nicanor Restrepo Santamaría, un hombre brillante que sirvió a Colombia con tesón y honestidad, guiado por el bien común y el amor al país. La suya fue una vida ejemplar que nos enorgullece, porque nos habla de la grandeza que puede alcanzar un ser humano. ¡Qué contraste!

Carlos Julio Cuartas Chacón
Bogotá



Nadie se escapa

Vergüenza es lo que deberíamos sentir todos y cada uno de los colombianos con la desinstitucionalidad en la que todos nuestros gobernantes tienen al país (SEMANA n.º 1716). De este desorden nadie se escapa. Ustedes los periodistas por hablar y hablar y hablar y no decir nada; los políticos por lo de siempre: una corrupción y un robo descarado a los bienes del Estado; los curas por patrocinar todas estas aberraciones y nosotros los de a pie por no unirnos y actuar con fuerza para evitar tanto atropello. ‘Colombia es tierra de leones’.

José Barba Ortega
Bogotá



No se hubiese dado

En las páginas 46 y 47 de la edición n.º 1715, se lee que 25 años después fueron reunidos los protagonistas de la Séptima Papeleta y subidos a pesar de la joven edad, en la estatua de Rafael Núñez. Debo aclararle, para conocimiento público del lector, que no se hubiese dado la Séptima Papeleta si previamente no se hubiese demandado el plebiscito de 1957, de la Junta Militar del Gobierno, en que se alegaba que por decreto de Estado de Sitio no podía reformarse la Constitución de 1886.

La Sala Constitucional de la Corte Suprema, con ponencia del doctor Hernando Gómez Otálora (q.e.p.d.), sentenció que cuando el constituyente primario era el que reformaba la Constitución la corte se inhibía. Y el autor de esa demanda contra el plebiscito que fue la llave para abrir la puerta que auspiciara la Séptima Papeleta lo fue el suscrito, por cuya acción recibí una condecoración del Congreso de la República, la Cruz de Bastidas de mi ciudad, Santa Marta, y una condecoración del Colegio Nacional de Abogados, en reunión en Ipiales, Nariño, a la cual fui invitado.

Hago esta observación, porque si no hay demanda contra el plebiscito no hay Séptima Papeleta y, además, porque autores como Rodrigo Escobar Gil nada más habla en su libro de la Séptima Papeleta, y a quien también solicité modificar su edición. Esto lo hago como aclaración edificante con el objeto de que las nuevas generaciones de abogados y profanos sepan quién fue el autor de la demanda contra el plebiscito de 1957, demanda que el suscrito presentara 30 años después. De antemano, agradezco la aclaración pedagógica que se hace.

Alfonso López Carrascal
Bogotá



Lo urgente y lo importante


La autoridad está cometiendo un error elemental en el cual no debe caer un buen administrador (SEMANA n.º 1715). Hay que distinguir entre lo importante, hacer la paz con 7.000 bandidos que están en la selva, y lo urgente, ejercer autoridad en el resto del país en donde habitan más de 40 millones de colombianos que requieren atención y solución a sus problemas de seguridad. Aquí se requiere una paz derivada del orden resultante del ejercicio del principio de autoridad que brilla por su ausencia, en medio de la retórica del fin del conflicto con las Farc que ya se ha vuelto fatigante. Es hora de revisar las prioridades.

Francisco Gaitán
Bogotá

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