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Mientras la plata hace falta en otros frentes, el derroche de la Fiscalía es inexplicable. Sara Jiménez, Villavicencio.

19 de septiembre de 2015

¡Así imposible!

La puesta en conocimiento público de la ‘feria contractual’ del señor fiscal general de la Nación, por sumas que rondan los veinte mil millones de pesos (¡$20.000.000.000.00!), SEMANA n.º 1741, no ayuda grandemente al ciudadano de este país en el difícil ejercicio de entender por qué ningún presupuesto –de ninguna rama del poder público de Colombia– alcanza jamás. Es evidente: ¡cómo van a alcanzar los recursos para el buen de-sempeño de las funciones orgánicas si hay que repartirlos primeramente entre los agraciados amigos o excompañeros de las altas cortes o acreedores de favores previos! Tan inmensos caudales, que bien podrían –y deberían– ser utilizados en el cabal cumplimiento de las obligaciones mínimas de esa institución, ruedan a bolsillos privados, eso sí muy importantes, a cambio de entregar informes insulsos sobre generalidades reconocidas o de dar conferencias a los ‘especializados’ de la entidad sobre cómo ejercer las funciones.

¡Pobre país! Nunca alcanzará el dinero; así, imposible. Y lo aterrador de este caso es que sabemos que no es el único ni el mayor. Así sucede en todas las altas esferas del poder. Bien interesante sería que un medio tan serio como esta revista se adentrara en los oscuros rincones de la contratación estatal colombiana. Para que, además de seguir entendiendo por qué el aparato público no funciona, ¡lloremos!

Carmen Dora Escobar Riaño
Bogotá


No nos hagamos ilusiones

Sobre su artículo de portada ‘¿Misión imposible?’ (edición n.º1740), quisiéramos semana tras semana comentar acerca de temas más agradables las decisiones y la verborrea del dictador Maduro, pero es inevitable hacerlo, es más, es necesario hacerlo para seguir visibilizando la tragedia en la que tiene sumidos a los venezolanos.

Desafortunadamente, la solución que se avizora más próxima, las elecciones parlamentarias que se llevarán a cabo en diciembre, no ofrece ninguna garantía de que se realicen en un ambiente de transparencia. No, las instituciones que vigilan, las que coordinan, las que cuentan votos, las que difunden las cifras ‘oficiales’, etcétera, son del bolsillo del señor Maduro… La independencia de poderes desafortunadamente no existe, es una falacia y en ese contexto muy seguramente el régimen seguirá reinando por muchos largos y tortuosos años más.

¿Qué nos queda? Que la comunidad internacional –claro está, salvo Rafael Correa, Evo Morales, Daniel Ortega que son una réplica del señor Maduro y algunos otros mandatarios latinoamericanos tibios, entiéndase los de Argentina y Brasil como quedó demostrado con el episodio de la OEA– se una para acudir a instancias internacionales, supranacionales que apegadas a la ley tengan la potestad de garantizar que en Venezuela se respeten las libertades en general. Por último: presidente Santos, no caiga en el error de dejarse provocar, muerda una toalla siempre que le hablen del vecino.

Carlo Giovanni Pinzón Hincapié
Cali


Roscograma y endogamia

Creo que informe comparable al de la edición n.º 1740 (‘Todo queda en familia’) puede hacerse con los nombres de los actuales senadores y representantes que patrocinan para gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos a sus cónyuges o compañeros (as) permanentes, a sus hermanos (as), hijos (as), tíos (as) y familiares cercanos. Así ocurre prácticamente en todos los departamentos y grandes ciudades. Ese roscograma de endogamia política es verdaderamente escandaloso.

Jaime Castro
Bogotá


¿Es la minería ilegal?

Sobre su artículo de la edición n.º 1735 ‘¿Una nueva guerra?’, causa sorpresa el saber en qué forma, con el curso de pocos años, cambia el concepto sobre la minería, sin embargo, sigue siendo la misma. Conocí la minería de nuestro país en Chocó, Antioquia y Nariño. Me refiero a la minería de aluvión de oro y platino. Nunca fue una minería de mafias ni de enemigos del gobierno; allí hay mineros pobres, que trabajan arduamente y el producto de su trabajo es más una ilusión que una renta; allí no conocí auxilios del gobierno y este trabajo es el fiel reflejo de la miseria. Donde compañías mineras extranjeras han tenido sus explotaciones han quedado caseríos de pobreza y terrenos completamente transformados, sin que esto haya implicado la existencia de mafia alguna. No solamente los pequeños mineros que arañan la tierra con sus manos sino también las grandes compañías mineras han contaminado los ríos con mercurio, han llenado los lechos de los ríos con arenas y gravas que se desprenden de los yacimientos aluviales.
 
¿Pero en qué momento cambió el concepto de la minería? Guillermo Valencia en Anarkos expresa: “Los mudos socavones de las minas, se tragan en falanges los obreros, que suspendidos sobre abismo loco, parecen golondrinas colgados de fantásticos aleros ...Acometen olímpicos trabajos y en tintas de carbón ennegrecidos se clavan en los fríos agujeros como un pueblo infeliz de escarabajos a taladrar los árboles podridos”. El presidente Santos en el artículo de SEMANA tiene ahora otra visión: “El oro es la nueva cocaína... la minería ilegal es un enemigo mucho más poderoso y que hace más daño de lo que pensábamos... Esta minería criminal es un negocio que se calcula puede estar por el orden de los 7 o más billones de pesos. Es decir, que es un negocio que mueve más plata que el propio narcotráfico”. Hacer lo que siempre ha sido legal en algo ilegal es declarar una guerra. Y lo más grave es declarar una guerra a pobres que ejercen una labor lícita. Montesquieu expresa verdades reales: “Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa”; “No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencia de justicia”. Que la declaración de ilegalidad se ajuste a la protección del trabajo y la justicia.

Álvaro López López
Bogotá


Desde las películas de Tarzán

Muy interesante la información contenida en el último número de la revista, referente al hallazgo de los restos de un homínido, que vivió hace 3 millones de años. Esto pone en duda la teoría de la evolución de Darwin, la cual afirma que los monos se convirtieron en seres humanos ‘Homo sapiens’. Nunca he creído que esta mal llamada teoría (no reúne los elementos necesarios para serlo) sea cierta. Desde las películas de Tarzán, y su mona Chita, yo no podía creer que de dos simios se pudiera sacar a Tarzán. En efecto, de un mono y una mona, solo puede salir otro individuo de su misma especie. Y finalmente… Si los monos se volvieron seres humanos ¿por qué sigue habiendo monos? Para terminar, la evolución sí ocurre en los individuos, como parte del proceso de adaptación a un medioambiente, y nosotros, los Homo sapiens, por supuesto que hemos evolucionado.

Alberto Orrego Uribe, Ph. D.
Manizales

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