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Cuando vimos el saludo, se nos aguaron los ojos. Ojalá esta vez sea verdad. María Jimena Vélez, Itagüí.

3 de octubre de 2015

Logro histórico

Gratos artículos sobre la paz en la edición n.º 1743 de la revista SEMANA: ‘Para la historia’ y ‘Cómo se cocinó el acuerdo’, a los cuales me refiero. Entre los muchos protagonistas que crearon la jurisdicción especial para la paz, estuvo el llamado Grupo de Nueva York, compuesto por expertos liderados por Morten Bergsmo, asesor de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional. El estudio fue exhaustivo y amplio en materia de justicia global, referente a la jurisdicción especial, lo cual deja blindado, absolutamente, al Estado colombiano frente a cualquier demanda. El Grupo de Nueva York dejó estructurado y para su ejecución la justicia transicional para todos los actores del conflicto, creando el tribunal para la paz, el cual impedirá la impunidad, obtendrá la verdad, la reparación de víctimas e imponer sanciones a los responsables de los delitos graves durante el conflicto, garantizando la no repetición.

Grande acuerdo para la paz: se disminuyen los crímenes, el aparato productor colombiano se beneficiará, los colombianos podrán disfrutar de una mejor economía, se fortalecerá la cultura de la legalidad y la tramitación pacífica de conflictos. Se concentrarán esfuerzos para combatir la criminalidad y obtener más tranquilidad ciudadana. Los acuerdos llegaron a puerto seguro y punto de no retorno con la aceptación y firma del presidente Santos y el jefe de las Farc, Rodrigo Londoño, Timochenko, sobre la justicia transicional. Acto histórico en todo sentido para un mundo globalizado, con apoyo de líderes del talante de: Barack Obama, Ban Ki-moon, papa Francisco y Fatou Bensouda, fiscal general de la Corte Penal Internacional. Reconocimientos inmensos a todos los contribuyentes de la paz. Y celeridad para el proceso con el Ejército de Liberación Nacional.

Omar León Muriel A.
Medellín


Perdones e impunidad

El ‘histórico’ acuerdo de ‘paz’ entre Santos Calderón y Rodrigo Londoño Echeverri, (SEMANA n.º 1743) no es más que un pacto entre los representantes de los principales culpables de la violencia en Colombia desde el 9 de abril de 1948, el liberalismo y el comunismo colombianos bajo la sombra tenebrosa de los Castro cubanos, para darse mutuamente perdones e impunidad por sus crímenes y delitos contra Colombia y los colombianos...

Jaime A. Benjumea M.
Bogotá


Legítimas reivindicaciones

Mientras no se satisfaga las legítimas reivindicaciones de justicia de las víctimas de los crímenes cometidos durante el conflicto colombiano,  no habrá paz que mencionan en su artículo de portada de la edición n.º 1743.

Mientras no se ataque las causas estructurales de la violencia en Colombia, esta continuará.
El  acuerdo con las FARC es igual al que en su momento implementó el gobierno del presidente Uribe con los paramilitares, por lo que el señor Uribe no tiene autoridad moral para criticarlo. Pero si podemos aprender del mismo  para no cometer sus errores.

Luis Alfonso Vergara Vélez
Medellín


Justicia o injusticia

Me quiero hacer partícipe solidariamente con la columna de Antonio Caballero de la edición n.º 1738 en lo referente, principalmente, a lo relacionado con los ‘jueces prevaricadores’. De acuerdo con las noticias, uno no logra entender cómo en un país donde la gente de bien no tiene ninguna garantía de sus derechos humanos, ni civiles, ni sobre la propiedad privada, esta banda de delincuentes que ya representa un altísimo porcentaje en todas las ramas del poder judicial (aclaro: porque un solo caso de por sí es escandaloso) argumente infinidad de normas y excepciones a otras tantas, para dejar en libertad a tanto delincuente, que una vez sale a la calle inmediatamente retoma sus actividades delictivas, sin el menor temor, porque saben que a través de dádivas u otras argucias quedarán libres todas las veces que sean capturados.

Luis Germán Almanza Roldán
Bogotá

La realidad en Cataluña

Me llama la atención el manejo de la información de SEMANA en su reciente artículo ‘La República de Cataluña’. En dicho artículo se exponen desde un prisma muy españolista las ‘plagas’ que pueden caer al pueblo catalán en una eventual independencia de Cataluña del Estado español.

Es verdad que el tema de la realidad catalana es complejo y difícil de entender si no has tenido la suerte, como es mi caso, de vivir durante casi diez años en Cataluña y de palpar de cerca la realidad y la ilusión que se vive hace unos años en todos sus rincones, desde tierras del Ebro a los Pirineos.

Los resultados dejan por primera vez en la historia de la democracia moderna catalana un Parlamento con mayoría independentista, con el aval suficiente de seguir con el proceso secesionista adelante, si bien probablemente no por la ‘vía rápida’ tal como esperaban las fuerzas independentistas. A pesar de esta ‘amenaza’ secesionista, las inversiones extranjeras no se han marchado de Cataluña, sino todo lo contrario, tal como afirma el propio secretario de Estado de España, Jaime García-Legaz. Las inversiones en Cataluña en el primer semestre se elevaron a 1.959 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 280,3 por ciento respecto al mismo periodo del año pasado (Ministerio de Economía y Competitividad).

A diferencia de las predicciones apocalípticas mencionadas en SEMANA, una Cataluña independiente sería viable económicamente. El profesor Xavier Sala i Martín tumba todas las teorías catastrofistas que se generan desde el gobierno de Madrid. En su reciente libro És l’hora dels adéus? (¿La hora del adiós?) afirma que una Cataluña independiente tendría un dividendo fiscal, ya que todo el dinero que ahora pagan los catalanes y que se va de Cataluña a través del sistema fiscal español se dejaría de ir. Eso, por sí solo, representaría una ganancia de cerca del 8 por ciento del PIB afirma Sala i Martín. La Generalitat tendría un superávit presupuestario que rondaría entre los 11.000 y los 13.000 millones de euros, dependiendo de la parte de la deuda española que decidieran asumir los catalanes.

Finalmente, la exclusión inmediata de la Unión Europea no es un hecho rotundo tal como se comenta en el artículo de SEMANA. A fecha de hoy, no se ha dado el caso de que ciudadanos miembros de la unión formen un nuevo Estado, por ende, no queda claro si permanecen dentro o fuera de la misma. Es más, los ‘nuevos’ ciudadanos europeos catalanes podrían optar a mantener su nacionalidad de origen, es decir, la española, tal como lo contempla la propia Constitución de España en el artículo 11.2.

José A. Gómez Puerta
Medellín


Gaznápiros

Colombia no es ninguna Patria Boba (SEMANA n.º 1742), al contrario; sus protagonistas han demostrado con sus acciones que son unos gobernantes gaznápiros, imbéciles e insensatos que están llevando al país a un caos y abismo institucional.

Danilo Yepes Recalde
Pasto

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