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Es más que obvio, racional y ético que la Iglesia católica responda por la reparación de los niños y menores que hayan sido víctimas de abuso sexual por curas y miembros de esa organización.

25 de febrero de 2017

De Tuboleta

En relación con la nota ‘¡Que boleteada!’ publicada en la edición 1815, es pertinente hacer varias aclaraciones. El titular en la edición impresa alude a la empresa de boletería sin mencionar que el caso está en manos de la justicia, lo que lesiona el valor de marca de una firma seria y reputada, que está presentando argumentos y acciones judiciales para desvirtuar esta acusación.

Las precisiones son varias. All for One, razón social creada en 2015, contrató a Tuboleta para hacer la comercialización, venta e impresión de entradas para el Festival 2016. De ninguna manera se encarga del manejo logístico del evento. De hecho, Storyland había contratado otras firmas para hacer emisión de boletería, lo que violaba el contrato. En consecuencia, Tuboleta garantiza el préstamo de los escáneres y la verificación de las boletas emitidas por la empresa, y no las de escarapelas, manillas, acreditaciones, o tiquetes que tienen otro origen.

En relación con el segundo control, se omitió que All for One instaló taquillas adicionales, por las cuales algunos asistentes pudieron comprar manillas y acreditaciones sin adquirir boletas. Además hizo ventas por plataformas digitales sobre los que Tuboleta no tenía capacidad u obligación de verificarlas. Por esta vía, ese recaudo se fue directamente a Storyland, que se evitó así el pago de los 1.000 millones de pesos que Tuboleta le prestó para la realización del festival, con lo que se configuró una estafa, denuncia que está en curso en la Fiscalía.

Tuboleta puede responder por las boletas que vendió directamente. Los ingresos hechos por taquillas adicionales y el cálculo de extranjeros, que se basa en la venta digital, no son responsabilidad de la firma.

Resulta curioso que los organizadores esperaran 20 días para reportar irregularidades, cuando se les facilita la tecnología para que, en tiempo real, verifiquen boletas vendidas contra número de asistentes que ingresan, de forma que se contrasten los registros de venta y acceso. No resulta creíble semejante margen de tiempo para el reporte de anomalías.

En relación con la afirmación de que personas compraron boletas falsas, no ha sido demostrada de ninguna manera y a hoy no se tiene ninguna queja de este tenor.
Como se afirma en la nota, se descubrió una red de falsificadores, denunciada por la empresa ante la Fiscalía. Una lástima que se omita el detalle de que precisamente Tuboleta busca preservar la integridad de la operación con esta denuncia.

A hoy, All for One le debe a Tuboleta 1.060 millones de pesos, hay un proceso civil y otro penal contra ellos por la falsificación del endoso de patrocinios y cheques con órdenes de no pago, lo que se configura como una estafa contra Tuboleta. Ellos no han mostrado una sola colilla falsa, precisamente porque existen todos los datos y se puede determinar el origen de las presuntas falsedades.
Hernando Sánchez Gil, gerente de Tuboleta
Bogotá

Un país digno

Puede que sí sea esta la última marcha de las Farc hacia lo que ellas buscaron con la barbarie que les impuso la guerra contra el Estado, para llegar a este desembarco con lactantes de la guerra o los hijos del conflicto que registra su carátula de la edición n.º 1814. Esa imagen es una gran lección de este nuevo capítulo en la historia por el poder en Colombia. Poder buscado con la galopante corrupción que hoy nos hacen vivir los políticos, y que solo los ciudadanos patriotas con nuestro rechazo a la corrupta politiquería haremos que esas nuevas generaciones nunca más den marcha atrás porque lograremos para todos un país digno e incluyente.
Gustavo González
Medellín

Otra corriente

Me parece muy interesante que la revista entreviste a reconocidas figuras extranjeras, esos ‘colombianistas’, para que opinen sobre el presente y futuro del país, tal y como ocurrió con la que se publicó en la edición n.º 1816 con el antropólogo canadiense Wade Davis. Esto, al menos, para que rompamos la polarización y pesimismo en el que estamos inmersos. Me sorprendió que el autor del libro El río diga que después de 50 años de guerra tenemos grandes oportunidades de construir un gran país gracias al turismo y a nuestra riqueza ambiental, que seamos una esperanza en medio de un mundo que parece desmoronarse.
Fabio Estrada
Manizales

Interés soterrado

Qué peligrosa respuesta surgiría a la pregunta sobre el cumplimiento en los acuerdos de La Habana que en su edición n.º 1816 ustedes confinan a cinco puntos, que pueden ser el doble.

Y es peligrosa la respuesta porque ella puede recoger ese soterrado interés tan bien manipulado en el pasado plebiscito del No, que une a los enemigos de la paz para que esta no llegue, así sea que nuestras Fuerzas Armadas y esos 8.000 rebeldes, que pueden ser el doble, nos estén honrando la patria con el silencio de sus armas. Lo que nos llena de esperanza para tenerla unida en el disenso, y construir todos un futuro mejor que aquel pasado tan leguleyamente defendido por aquellos que con esa paz duradera ven desvanecer sus vanidades de poder, ejercido sobre las grietas causadas por el odio y la venganza.

Cuando todos nos volquemos a defender ese silencio de armas dándonos cuenta de qué es lo tan valioso que nos han quitado en estos 50 años para poder vivir mejor, estaremos así también construyendo patria para aquellos que insisten en crear desconfianza e incertidumbre queriendo continuar en lo mismo del pasado. Por eso, los malos, así y aquí respondemos su pregunta sobre ese ‘cumplimiento’: lo inmensamente grande, valioso e importante de los acuerdos no son ni las fechas ni los campamentos; lo importante es el silencio de las armas que nos permiten pensar en vivir mejor y construir la patria del futuro.
Gustavo González R.
Bogotá

No hay derecho

Dramático, revelador y contundente el artículo ‘Bellavista: vergüenza nacional’ (SEMANA n.º 1816), en el que se muestran los horrores que a diario deben padecer los miles de presos internos en esta famosa cárcel de Medellín. Lo increíble es que al enterarse uno de lo que hay que pagar para mantener la vida, pareciera que le estuvieran contando la historia del Bronx y no la de un sitio que es protegido y de responsabilidad del Estado. No hay derecho a que esto pase y que a todos nos parezca normal, así allá estén internos grandes delincuentes, que siguen siendo personas y colombianos.
Pilar Arango
Medellín

Manzanas podridas

Es más que obvio, racional y ético que la Iglesia católica responda por la reparación de los niños y menores que hayan sido víctimas de abuso sexual por curas y miembros de esa organización. Por eso, me parece indignante que en el artículo ‘Hasta que la plata los separe’ (SEMANA n.º 1816) el arzobispo de Cali, Darío Monsalve, use eufemismos religiosos o tesis retorcidas para decir que la culpa del abuso que les ocurrió a cuatro niños en esa ciudad es responsabilidad de los padres de los menores por no cuidarlos ni saber dónde están o lo que hacen. Es, como lo dice muy bien el texto, echarles la culpa del pecado a las manzanas y no a Adán. Más bien, si la Iglesia no saca y castiga de forma ejemplar a sus manzanas podridas, como lo ha pedido el mismo papa Francisco, aumentará la pérdida de confianza de las personas en la curia colombiana.
Liborio Cardona
Palmira

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