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29 de abril de 2017

La verdadera intención

El artículo ‘Así fue la ‘cumbre’’ (SEMANA n.º 1825) revela muchos detalles desconocidos del encuentro de Trump con los expresidentes Uribe y Pastrana. En un principio se habló de una reunión formal concertada a través de un excandidato a la Presidencia de Estados Unidos, pero luego que CNN puso en duda la formalidad de este encuentro, el propio Uribe, disgustado con el trino de Pastrana donde dice que fue “una conversación sobre problemas y perspectivas de Colombia y la región”, reconoció que se trató de una simple reunión social, y Sarah Huckabee, vocera de la Casa Blanca, expresó que fue un “quick hello”.
Sin embargo, independientemente de si se trató de una reunión  concertada o de un mero encuentro casual, como parece serlo, lo que resulta preocupante es que dos figuras políticas que representan la oposición al gobierno de Santos y, en particular, al proceso de paz hayan viajado a Mar-a-Lago, residencia campestre de Trump en Palm Beach, Florida, con la intención de expresar su oposición a este proceso e impedir la ayuda de Estados Unidos en la difícil etapa del posconflicto, cuando sabían que en mayo los presidentes Santos y Trump tendrían una reunión oficial. Los dos expresidentes que se dicen defensores de la institucionalidad deberían respetar los protocolos sobre relaciones internacionales.
Para nadie es un secreto que la verdadera intención de los nuevos mejores amigos, Uribe y Pastrana, no es otra que la de atacar el proceso de paz y mostrar lo que, para ellos, es la presencia del castro-chavismo en nuestro país. La carta que pocos días después envió Uribe al Congreso de Estados Unidos permite inferirlo. Sin embargo, conviene recordar que el detector de mentiras de La Silla Vacía encontró que de las 27 afirmaciones que Uribe hace en su misiva, solo 3 son ciertas, 6 engañosas, 5 falsas, 4 debatibles, 3 apresuradas y 2 exageradas. Adicionalmente, los expresidentes acuden a un encuentro con Trump en momentos en los que el gobierno norteamericano tenía como prioridad los potenciales conflictos con Rusia, Siria, Irán y Corea del Norte y, como bien lo dice la revista SEMANA, a Trump, “de por sí bastante ignorante en materia de geopolítica”, le interesa muy poco Colombia. A todas luces se trata de un desaire diplomático que molestaría a cualquier gobierno.
Juan Manuel Jaramillo Uribe
Manizales

Lagarta y concertada

Quiero opinar sobre su artículo titulado ‘Así fue la ‘cumbre’’ (edición n.º 1825) que más merece otro titular como por ejemplo ‘Las amargas lágrimas de Mar-a-Lago’.
En su artículo les faltó describir el más importante, por lesivo, de los desconocidos detalles como el ser esa una lagarta concertada conspiración contra la paz hasta hoy lograda y contra el naciente posconflicto y sus riesgos, demostrándonos así lo que son capaces de hacer contra el país los políticos mala calaña por buscar de nuevo el poder con interpuesto candidato. Solo y solo una bienvenida hecatombe electoral en 2018 contra ellos, contra sus soterrados intereses y contra sus aliados conspiradores de Palm Beach les hará entender que los cambios sociales en la historia son irreversibles y para bien de la humanidad, y sobre todo que esos cambios se deben saber aceptar y recibir o, de lo contrario, que vuelva a reinar la guerra con sus madres bomba que al igual que ellos son también lo que no merecemos más los colombianos.
Carmen Emilia Bula
Medellín

La extrema derecha

El libro Entre la libertad y el miedo, del maestro Germán Arciniegas, dice sobre el magnicidio del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948: “El hecho, es que, se ha asesinado al hombre que por su prestigio popular constituía el obstáculo insalvable para que la dictadura se perpetuara en el poder. El caudillo conservador que en ese momento ocupaba la presidencia de la Conferencia Panamericana se escondió. Salió para España. Solo regresó a Colombia para organizar su campaña presidencial. Hoy ejerce la dictadura. Su nombre es Laureano Gómez”.
Del mártir, obstáculo insalvable para que se perpetuara la dictadura en el poder, el Partido Liberal, a nombre de la democracia, nunca menciona su sacrificio. Ni el de cientos de miles de muertos inocentes y desplazados de su partido.
Jorge Eliécer Gaitán inició su carrera política cuando a su regreso de Roma traía laureada no solo su tesis sobre la premeditación del delito, sino su carácter, moral y virtudes, por las condiciones de pobreza con las que siempre estudió. Entró por Aracataca. Constató la masacre de las bananeras, donde no murieron seis comunistas como aseguraba el gobierno, sino cientos de explotados trabajadores.
Esa fue su lucha, la justicia para el humilde, el pobre, la  vergüenza por la miseria, las enfermedades del campesinado de la época.
Lo dice Antonio Caballero (SEMANA n.º 1823), lo asesinó la extrema derecha. La sempiterna del siglo XIX-XX y hasta  hoy. La que odia la patria,  la paz, y quiere seguir ahogando al pueblo en mentiras, rencores y en sangre.
Isaac Vargas Córdoba
Florencia

Chatarrizar, pero a todos

Muy interesante lo que planteó la revista en su artículo ‘Chatarrizar es la salida’, que muestra la imperante necesidad de que los buses viejos que circulan en las grandes ciudades tengan que salir de circulación lo antes posible. Sin embargo, esto no está ocurriendo por diferentes razones. Pese a ello, lo cierto y necesario no es solo que estos buses, sino camiones y carros, de más de 20 años, tengan que salir de las calles y carreteras de todo Colombia, no solo porque son un gran factor de contaminación, sino un peligro. Y un capítulo aparte merecen las motos, que no deberían tener una vida útil de más de cinco años. Pero, como se sabe, es algo que nunca va a pasar.
Sebastián Zapata
Cali

Más que mil palabras

Muy pertinente el debate que plantea SEMANA en las páginas 14 y 15 de la sección Enfoque en la edición n.º 1823 sobre la necesidad de publicar o no fotografías que muestran con crudeza tragedias como el desastre natural que golpeó a Mocoa, en el Putumayo, o los niños asesinados en Siria por el ataque con armas químicas. Es muy delgado y fino el hilo que divide el límite entre imágenes amarillistas que buscan generar morbo o las que retratan estos sucesos noticiosos de forma sutil e incluso artística. Creo que la labor de los fotógrafos, directores de medios y periodistas, a diario, consiste en desarrollar un criterio que les permita no sobrepasar en lo posible ese límite y pensar siempre en las víctimas y sus familias antes de sacar a la luz cualquier registro que hayan conseguido. Felicitaciones.
Santiago Ortiz
Medellín

Se lo debemos a las víctimas

El artículo ‘Los riesgos de la Comisión de la Verdad’ (SEMANA n.º 1823) deja un sinsabor al poner en duda la efectividad de una comisión como mecanismo para la reconciliación de los colombianos. Sin embargo, a pesar de las dificultades que señala SEMANA, creo importante resaltar que conocer la verdad es una deuda que tenemos con las víctimas. Tienen derecho a saber no solo quien mató o desapareció a sus seres queridos, sino quiénes financiaron a los victimarios. Una política o pacto del silencio no es posible y podría ser perjudicial a futuro. Porque se haga un borrón y cuenta nueva en 20 o 30, los descendientes querrán saber qué pasó y eso significa volver a abrir una herida. Es por eso que debemos hacer ese ejercicio ahora.
Ana María Narváez
Popayán

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