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18 de noviembre de 2017

Desde Nariño
En la oportunidad de recibir –como suscriptor– la misiva del director Alejandro Santos Rubino que acompañó a la edición n.º 1853, en la cual nos comparte el aniversario 35 de tan prestigiosa publicación, quiero expresarles mi saludo de congratulación y desearles larga vida en esa ardua labor de mantener informado al país con criterios de independencia y objetividad, impronta que los ha caracterizado desde su fundación.

En el caso de los artículos de portada, haré alusión al que aparece en el n.º 1851 con la publicación de la fotografía del tumaqueño José Jaír Cortés, como uno de los 81 líderes asesinados a lo largo y ancho de la geografía colombiana hasta ese momento. Uno siente dolor de patria con noticias de este talante, porque del análisis que ustedes hacen se puede colegir que hay cierta responsabilidad por parte del Estado. Fue advertido por organismos como la Defensoría del Pueblo, las ONG y otros de ca ácter académico que esto sucedería si no se adoptaban medidas y mecanismos que las previnieran o en el mejor de los casos las evitaran, pero no fue así. Por lo tanto, me atrevería a añadir que estos lamentables hechos llevan a señalar presuntamente una responsabilidad del gobierno por omisión.

De los columnistas acreditados que enriquecen a SEMANA con sus opiniones, admiro y comparto –entre otros– aquellas que escribe María Jimena Duzán, como la que tituló ‘El reality’, un texto que denuncia la clase de políticos que tenemos por desfortuna los colombianos, en un momento tan crucial no solo para el presente del acuerdo de paz, sino para el futuro del posconflicto y del país mismo. Qué vergüenza que senadores y representantes solo piensen en conservar y perpetuar su statu quo y, por ende, sus mezquinos intereses. Cabe señalar aquí que es una lástima que el régimen de corte presidencialista –omnímodo a más no poder– que tenemos en Colombia no permita que, en situaciones como la descrita, el presidente pueda cerrar el Congreso y convocar a elecciones o a la conformación de un nuevo gobierno, como sucede en otras latitudes.
Manuel E. Martínez Riascos
Pasto

Basta ya
En la edición n.º 1854 se publicó el artículo ‘Cartas explosivas’. Según el texto, en un registro en la cárcel donde guarda prisión el joven Mateo Gutiérrez León le encontraron una carta dirigida a mi persona, en la cual él menciona que en una conversación en mi casa en La Habana le aconsejé que no regresara a Colombia; a partir de allí comienzan a tejer historias que nada tienen que ver con la verdad.

Mateo y su madre, la doctora Aracelys León Medina, se hospedaron en el apartamento que rentamos a turistas extranjeros del 12 al 20 de enero de 2017. Vinieron recomendados por un amigo colombiano, Luis Eduardo Celis, quien en otras oportunidades nos ha enviado sus amistades a hospedarse en el apartamento.

Para mi sorpresa, el artículo trata de señalar que para la Fiscalía, en uno de los viajes de Mateo a Cuba, en 2013 y 2017, “pudo haber recibido instrucción en el uso de explosivo”. La palabra “pudo haber” es un recurso idiomático para salvar la ropa. Si fuera cierto que la Fiscalía, lo cual dudo, hizo tal señalamiento, tiene que tener pruebas y presentarlas.

El autor va tejiendo este novelón cuando afirma lo siguiente: “No obstante, la carta a Tony abre una interrogante, especialmente, por el destinatario”. Y qué tiene de especial el destinatario es fortalecido con la siguiente alegación “en los noventa (…) formó parte de la representación diplomática de la isla en Colombia” y termina de rematar, “durante muchos años las agencias nacionales y extranjeras lo estuvieron vigilando porque aseguraban que pertenecía al G-2 Inteligencia Cubana”.

Todo lo dicho es pura falsedad. Cumplí misión diplomática en Colombia desde 2000 hasta 2005 y no en los años noventa. Mantuve relaciones con partidos, organizaciones sociales, religiosos, académicos, periodistas, personalidades de la cultura y la ciencia, congresistas, con el alto comisionado de paz. Fui, junto a nuestro embajador, delegado de Cuba en el Grupo de Países Facilitadores de Paz en los diálogos con las Farc en San Vicente del Caguán y del Grupo de Amigos en el proceso de paz con el ELN, tanto en el gobierno de Pastrana como en 2006 y 2007 en el de Álvaro Uribe Vélez. De allí las relaciones mantenidas con el secretariado y con el Coce. No en los años noventa como apunta el artículo.

En 1966 integré la Comisión de Relaciones Exteriores de la Unión de Jóvenes Comunistas y unos años después fui funcionario del Departamento América del comité central. No sé de dónde sacan que en esta época era miembro del G-2 Inteligencia Cubana. Estoy jubilado hace 8 años, dedicado a trabajar mi tesis para el doctorado a mis 76 años y ejerciendo mi profesión de periodista para un diario en México.

En fin, la idea es que el lector concluya que en Cuba se entrenan jóvenes para realizar actos terroristas y de paso culpar a Mateo Gutiérrez León.
Sin tapujos confiesan que las agencias de inteligencia internacionales pueden actuar en Colombia, vigilando a diplomáticos de un país con el cual mantienen relaciones. Es evidente que no es una conducta honorable, porque es ceder independencia y soberanía a un país extranjero. Que los lectores juzguen.
José Antonio ‘Tony’ López Rodríguez
La Habana (Cuba)

Base angular de la paz
La Comisión de la Verdad, SEMANA n.º 1854, muestra como su presidente al padre jesuita Francisco de Roux. Los gobernantes confían en los sacerdotes. En 1958, la Junta Militar de Gobierno nombró la Comisión Investigadora de las Causas de la Violencia Política. De 7 miembros, 2 eran párrocos de pueblos azotados por la violencia. Durante 8 meses vieron las comarcas calcinadas, oyeron a las víctimas: el pueblo campesino humilde e inocente, en miseria llorando sus desgracias. Los victimarios, el sectarismo conservador responsable de los 300.000 muertos y un millón de desplazados en 10 años, antes leopardos furiosos, ya eran corderitos, amigos íntimos de los liberales, vueltos al poder, las embajadas, los puestos de honor.

Cuando el presidente Lleras Camargo entregó al Congreso el informe de la comisión, azules y rojos protestaron. Malditos curas, renegados, mentirosos, comunistas, y mucho más durante meses. El padre Germán Guzmán Campos, párroco del Líbano, editó el informe en letra menuda: La violencia en Colombia. Amenazas, persecución, insultos soeces y expatriación hasta la muerte en México.

El ministro de Guerra, general Alberto Ruiz Novoa, dijo en el Congreso, sesión del 6 de septiembre de 1962: “Todos sabemos cuál es el origen de la violencia en Colombia… los representantes y los senadores y los políticos colombianos”. Esta complicidad en los delitos, incluso el asesinato del presidente y un representante, en plena sesión en la Cámara, el 8 de septiembre de 1949, la impunidad y la corrupción generaron 70 años de violencia.

Ojalá el informe de esta Comisión de la Verdad, aceptado sin censuras por las dignidades del padre Francisco de Roux, sea la base angular de la Colombia en paz que se merecen las nuevas generaciones.
Isaac Vargas Córdoba
Florencia

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