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"Pobre la otrora señorial capital de la República" Fernando Cruz Tunja

25 de enero de 2014

Justicia penosa

El fallo de la Procuraduría General de la Nación para destituir al alcalde de Bogotá, las artimañas rabulescas y populistas a las que ha recurrido el sancionado para no acatarlo, que están alcanzando ribetes de un vulgar folletín de mal gusto, y la decisión judicial de suspenderlo, han puesto de presente varias características negativas de nuestro ser y realidad nacional.

La primera, que con toda seguridad, la inmensa mayoría de quienes han cuestionado la decisión, incluidos los medios masivos de comunicación, no conocen el fallo por no haberlo leído. Lo más grave es que se dice que el magistrado que suspendió sus efectos cuando adoptó su decisión tampoco lo había leído. Los colombianos somos muy dados a pontificar sobre todo, con conocimiento o sin él.

La segunda, el deplorable y penoso estado de nuestra administración de Justicia. Hemos creado un sistema legal y judicial, si así puede calificársele, tan formalmente garantista que ha generado la muy preocupante paradoja que tantos instrumentos procesales de justicia se han traducido en una real absoluta falta de la misma, donde desapareció la fundamental institución de la cosa juzgada que otorgaba la seguridad de que los procesos tenían un final incontrovertible, panorama dentro del que se incluye la inseguridad jurídica que han creado nuestros tribunales con sus fallos al convertir el nuestro en un país en que se encuentran sentencias para fundamentar cualquier interpretación o tesis jurídica.

Por último, y eso lo refleja muy bien el artículo de portada ‘No más balcón’ de la edición n.°1655 de la revista, ha mostrado la faceta más populista y el talante muy poco democrático de Petro. Mientras guardaba la esperanza que la decisión de la Procuraduría le podía ser favorable acudió a todo tipo de argucias para impedir la votación sobre la revocatoria de su mandato, y cuando se produce la decisión que lo destituye, inmediatamente se transmuta en el mayor adalid de la democracia y de la voluntad popular, convenientemente convencido de que cualquiera fuera el resultado de la votación, en todo caso le sería favorable por no alcanzarse el porcentaje mínimo de participación legalmente requerido para la validez de la consulta.

Ese es el talante de nuestros dirigentes políticos de todos los sectores, desde los partidos tradicionales hasta los de la oposición de izquierda, lo que sin duda contribuye a explicar la fragilidad de nuestras instituciones democráticas.

Segismundo Méndez Méndez
Bogotá


Reyes,  Gaitán, Petro…

SEMANA se ha caracterizado como un órgano periodístico de oposición sistemática al alcalde Petro. Pero su artículo ‘¡No más balcón!’ roza con el sectarismo. Acusa a Petro de que “su agitación de masas ha dejado entrever, para terror de muchos, lo que podría ser el talante de un gobierno suyo”. Por el contrario. Esta movilización expresa un grado de maduración política de la democracia colombiana. La movilización a favor de Petro fue, en principio, espontánea, de individuos, grupos y sectores que sintieron que se les violaba los derechos fundamentales. Siempre se han caracterizado las siguientes concentraciones por ser pacíficas, con diversidad, color y alegría.

La Plaza de Bolívar ha sido un termómetro de la democracia en el último siglo. Contra el general Rafael Reyes se produjeron las protestas estudiantiles –era una elite social reducida– que lo llevaron a dimitir en 1909. Gaitán acudió a la plaza como el epicentro de su poder popular –de artesanos y pueblo de ruana prioritariamente–, de indiscutible fuerza simbólica. Ahora las llamadas ‘masas’ son un conglomerado de amplios sectores estudiantiles, grupos de izquierda, artesanos, funcionarios de todos los calibres, gente del común e intelectuales y artistas, grupos religiosos y gay, antitaurinos, etcétera... Solo Petro convoca esa diversidad: cegarse a esa evidencia es antiperiodístico.

Juan Guillermo Gómez García             
Bogotá


Intocable

Acertada la carátula y mucho más el articulo de la edición n.° 1655 de la revista SEMANA, sobre el señor alcalde de Bogotá. Ya era tiempo que algún medio le dijera al señor Petro que es exagerada e irrespetuosa  su posición frente a la sanción de la Procuraduría. El alcalde, que se siente intocable y no acepta ningún error en su mediocre gestión, asumió que Bogota es el patio de su casa,  y la usa y la abusa a su acomodo.

Bien lo dice el comentario de la revista: los bogotanos aceptamos el veredicto final, cualquiera que sea. La sanción del procurador en cuanto a la inhabilidad política podría estar demás, porque el señor Petro con su absurdo comportamiento está cavando su propio entierro político.

Mario Patiño Morris
Bogotá


Paños tibios

Sorpresiva, como mínimo, se puede adjetivar la portada de la edición de SEMANA n.° 1655, en la que se exige al alcalde de Bogotá dejar de defenderse a través de las movilizaciones.

Independientemente del sesgo ideológico que se tenga, lo grave e inquietante de la publicación es afirmar que los bogotanos están dispuestos a aceptar el veredicto final. Con el rigor periodístico de la revista, llama la atención esa afirmación sin ningún soporte, o quizá la revista realizó una encuesta a través de la cual llegó a esa conclusión pero no la dio a conocer.

Es de anotar que el artículo completo sobre el tema es mucho más equilibrado e ilustrativo que la portada y permite al lector hacerse una idea de la compleja situación que en estos momentos atraviesa la ciudad, pero sobre todo, deja al descubierto los enormes vacíos jurídicos que hay en Colombia.

Los bogotanos que se han movilizado no son un rebaño ciego que se deja guiar por un pastor. Ha habido múltiples manifestaciones de personas que han hecho parte de estas protestas que reconocen no haber votado por Petro. Un medio que se caracteriza por crear contexto como SEMANA no puede presionar a la gente para que no se manifieste, derecho que por cierto está consagrado en la Constitución Política y que sobre todo, como ocurrió en el caso del paro agrario del pasado mes de agosto, trae consigo elementos de análisis que pueden servir para una mejor comprensión de los hechos.

Otro punto que no se señala es la absoluta calma en la que han transcurrido las movilizaciones, algo para destacar en un país y en una ciudad que recientemente ha visto cómo las protestas sociales terminaban en revueltas y enfrentamientos entre los manifestantes y la fuerza pública.

El mensaje de la portada puede ser una especie de paños tibios para salir de esta situación lo más rápido posible, pero termina siendo una consigna para aceptar los hechos y las decisiones de la justicia tal y como son, con excesos o con falencias, postura muy similar a la del presidente de la República. Sin embargo, SEMANA es un medio de comunicación que no está liderando un proceso de paz ni se está jugando la reelección y que en definitiva, tiene como función ampliar la visión de los acontecimientos. Una cosa es gobernar y otra cosa es informar.

En conclusión, si esto se resuelve sin que haya cambios de fondo, el país volverá a ser, en cualquier momento, el escenario de confusión que en estos días se vive en Bogotá.

Jaime Enrique Castro Monje
Bogotá


La resiliencia

El artículo ‘Dichosos otra vez’ de la edición n.°1654 es muy acertado en cuestionar los resultados de la encuesta sobre percepción de felicidad, la cual califica a Colombia en el primer lugar. ¿Seremos los colombianos muy resistentes a las adversidades y logramos mantener el optimismo? Sería muy cercano a la definición de resiliencia. Así también lo menciona el cantautor Piero en el artículo de la misma edición.

Jorge Neira Suárez
Sincelejo

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