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"El nombre de El Dorado es el mejor que sea posible imaginar. No hay que cambiarlo" José Ricardo Cifuentes, Medellín

12 de junio de 2010

Un pasado legendario

El cambio o proyecto de cambio del nombre del Aeropuerto de Bogotá, de El Dorado por Luis Carlos Galán (SEMANA # 1466), es no solo una tontería inconveniente, sino un desatino histórico-cultural. El nombre de El Dorado evoca una condición profunda de la nacionalidad colombiana y remite a un pasado legendario. Si El Dorado fue un impulso de la Conquista, con sus contradictorias e imborrables consecuencias, es también una razón de ser del presente y un anhelo de un porvenir mejor. El Dorado, traducido al lenguaje simbólico contemporáneo, es la utopía. La utopía es el deseo de ser mejores, de transformar positivamente nuestro ser personal, nuestro entorno, nuestra nación. No es lo mismo, al aproximarnos al país, escuchar que nos acercamos a El Dorado a que nos mencionen un nombre más. Cambiar toda esa carga simbólica de dimensión universal por el nombre de un político criollo es arrebatarnos, de otro modo, la esperanza de superar esta larga hora agria. Arrebatarnos un placer eufónico, por lo demás.
 
Juan Guillermo Gómez García
Medellín

 
Legislar sobre otros temas

En síntesis, El Dorado es un símbolo colombiano (SEMANA #1466) y el Congreso Nacional?debe legislar sobre otros temas de vital? interés para la comunidad del país,?como lo son los problemas sociales que se registran en todo el territorio patrio; por ejemplo,?el creciente desempleo y la inseguridad. Además, el conflicto de los desarraigados que cada día que pasa ingresan por miles a las principales? ciudades. Resultó plausible desde el punto de vista periodístico y de opinión la gestión de la revista SEMANA en defensa del nombre del Aeropuerto Internacional El Dorado, teniendo en cuenta los propósitos políticos para cambiarle el nombre por el del político liberal Luis Carlos Galán Sarmiento. Esta absurda decisión?representa un despropósito?institucional y administrativo pues, como ya se ha demostrado, la mayor representación?de Bogotá?está en el cerro y la iglesia de Monserrate y en la terminal de transporte aéreo.?Mejor dicho, esta obra ha sido?el símbolo?tradicional de Bogotá para Colombia?ante el mundo durante más de 50 años, y cambiarle su nombre es, ni más ni menos,?un embeleco que muchos esperamos que nunca se lleve a la práctica. Como bien se ha aseverado en forma insistente, con la ridícula decisión se sacrificaría?un nombre acreditado internacionalmente, de fácil recordación en cualquier idioma, se suprimiría una de las pocas menciones monumentales al pasado indígena nacional y además se quebrantaría?la importancia de conservar referencias históricas estables.
 
Jorge Giraldo Acevedo
Bogotá

 
 
Nada para la politiquería

En su reciente columna ‘Otra forma de fraude’, el periodista Daniel Coronell, basado en un? informe aún no revelado de la organización Global Exchange, sugiere que el programa Familias en Acción se está usando con fines de politiquería. Falsa la insinuación y falsos los datos en los que se basa. Dice que en Chocó solo se benefician 1.672 familias mientras que en Caldas se benefician 4.731, y de ahí deduce una serie de implicaciones electorales. La verdad es que en Chocó se atienden 37.511 familias y en Caldas 36.003, y que la distribución de los recursos depende de indicadores establecidos por la ley y de la corresponsabilidad de las autoridades locales. Familias en Acción, que hoy beneficia a más de 2.900.000 familias en 1.099 municipios, es un patrimonio de la política social de la nación que ningún candidato ha pretendido desmontar y por ello mal podría utilizarse como arma electoral. Ante la magnitud de los problemas sociales que afectan a millones de colombianos,? crecer la cobertura de un programa de alto impacto social mal puede convertirse en un motivo de crítica o cuestionamiento por quienes, desde una vitrina pública, buscan el escándalo donde solo hay un trabajo serio y persistente por la población más vulnerable.
 
Diego Molano, alto consejero presidencial para la Acción Social y la Cooperación Internacional
Bogotá


Su primer sencillo

Les escribo para hacerles aclaraciones sobre ‘El triunfo de los independientes’, que salió en SEMANA (edición #1466). Me gustaría dejar por escrito que no hice ni afirmé estos datos a continuación: 1. La empresa de Management, actual de Sebastián Yepes, es RLM dirigida por Catalina Amador; no yo, como lo dice el artículo. Yo, desde noviembre de 2009, dejé de ser el manager de Sebastián Yepes. En el artículo se hace referencia a mi actual posición como manager de Sebastián Yepes, lo cual es equivocado. 2. En el artículo se comenta sobre un flashmob que Sebastián Yepes está “haciendo” en este momento para su video Cuando no queda nada. Una vez más, este dato es equivocado. El flashmob se hizo en el mes de diciembre para su primer sencillo, No me veré caer.
 
Santiago Gutiérrez
Bogotá

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