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"Me pareció muy importante el tema. Pero la lucha contra la corrupción debe ser la más transparente de todas", María Emilia Restrepo, Bogotá.

25 de junio de 2011

Las cosas extraordinarias

En una época en que todo gira en torno al dinero y a la fama, es maravilloso encontrar ‘historias de héroes’, como su informe especial de la edición #1520. Seres humanos que nos enseñan que la vida no acostumbra a pedir grandes acciones, sino gestos cotidianos. Las cosas extraordinarias solo se hacen por quienes las consideran naturales, debidas y ordinarias. Estos héroes nunca sabrían que lo son hasta que se les reconoce como tales. La profesión humana que han elegido les ha permitido descubrir que solo se trasciende a través del servicio al otro. Ejemplos de vida que reparan el alma e invitan a optar por lo diferente, por aquello que se construye con silencio y constancia, dos características de quienes iluminan la humanidad con sus acciones.

César Augusto Castaño Rubiano
Bogotá


Rejo a los corruptos

En relación con su artículo ‘Se acabó el recreo’ (SEMANA #1520), lo malo fue haberles dado recreo y no perrero o rejo a los corruptos, como lo hacían nuestros abuelos. De manera urgente se deben buscar tres mosqueteros para prevenir y evitar la corrupción y no inquisidores o ‘vengadores justicieros’.
Como en la medicina, se debe invertir más en prevención que en curación o castigo.
Si existieran programas de prevención y educación, apoyados con proyectos de justicia social, las cárceles no estarían tan hacinadas y se minimizaría la corrupción.
Es mejor armar un grupo élite de blindaje anticorrupción que un grupo que destape la misma. De lo contrario, el Estado siempre va a estar jugando al gato y al ratón o al policía y al ladrón.

Danilo Yepes Recalde
Pasto


La fauna política

Luego de leer el artículo ‘Se acabó el recreo’ (SEMANA #1520), me sorprendo con la vigencia de la táctica del ‘caballo de Troya’ en nuestra política. Las declaraciones de Uribe fueron el ‘caballo de Troya’ del Partido Verde, la Anapo fue el ‘caballo de Troya’ del Polo Democrático, Arias fue el ‘caballo de Troya’ del Ministerio de Agricultura, Job fue el ‘caballo de Troya’ del Palacio de Nariño, los Nule fueron el ‘caballo de Troya’ del Palacio Liévano, el DAS fue el ‘caballo de Troya’ de la Corte Suprema de Justicia y todo pareciera indicar que el ‘caballo de Troya’ tenía sus pesebreras en las fértiles tierras del Ubérrimo. Pero si el uribismo está simbolizado en el caballo, el samperismo lo está en el elefante. Es claro, entonces, que para comprender mejor la política colombiana y su nexos con la corrupción debemos conocer de zoología y ser lectores de los bestiarios medievales.

Orlando Mejía Rivera
Manizales

Sobre el Colón

En su edición #1519 aparece el artículo ‘El Colón en aprietos’, del arquitecto Emilio Sanmiguel, en el que critica el trabajo del Proyecto de Restauración del Teatro Colón. No está en mi ánimo polemizar, pero sí considero conveniente hacer un par de aclaraciones.
Efectivamente, la firma alemana Walter Kottke ING. GMBH, muy conocida, fue encargada por el Ministerio de Cultura para evaluar los trabajos y hacer sugerencias para la etapa más importante: la tramoya. Los “asesores alemanes” presentaron sus consideraciones previo estudio de la documentación que, tiempo atrás, les había remitido el Ministerio. De tal forma que no se trata, como sugiere el articulista, de un breve documento. Dice el autor que la polémica comienza, al referirse entre otras cosas, a “la magnífica silletería”. Pero. ¿es que ya se olvidó Sanmiguel de las muchas veces que nos referimos (él incluido) a los “asientos de cobrador” que eran las sillas del Colón? No es ni el primero ni será el último teatro que ha modernizado su silletería para comodidad de sus espectadores y me refiero a teatros europeos,cargados de historia. A nadie se le ocurriría decir que su teatro fue convertido en una sala de cine. Y en cuanto a la ‘araña’, decir que no es bellísima sería imperdonable, pero decir que “se trata del ornamento más preciado de la sala” no lo es menos. Yo creo que los teatros tienen vida propia, ajustarse a las necesidades. No tengo los profundos conocimientos de Sanmiguel, pero modestamente creo que la obra de restauración del Colón, hasta donde va, se ha hecho con profesionalismo y escuchando las observaciones de los “consultores alemanes”.

Francisco Vergara Sardi
Colonia, Alemania

A su estado primigenio

La estupidez raya en la imbecilidad. Así parece la actuación de quienes están al frente de los trabajos de remodelación del Teatro Colón (SEMANA #1519), al pretender llevar el noble coliseo a su estado primigenio. A título de ejemplo, el Teatro Real de Madrid, inaugurado en 1850 y convertido a su digno estado actual a finales del siglo XX por los notables arquitectos José Manuel González Valcárcel y Francisco Rodríguez de Partearroyo, en materia alguna desconoció lo trascendental que se había logrado a través de casi 150 años y, muy por el contrario, lo enalteció dentro de los mejores cánones de funcionalidad.

Esta carta, más que un comentario, es una súplica para que SEMANA lidere una campaña que salve nuestro tradicional teatro y logre recuperar lo que es verdaderamente irreemplazable, como su bellísima lámpara de techo. Aún es tiempo de evitar tamaña tragedia, que destruiría tan connotado valor nacional.

Antonio José Marulanda Rojas
Bogotá

Sobre la restauración

Me refiero al artículo de Emilio Sanmiguel sobre la restauración del Teatro Colón iniciada en abril de 2008. La licitación fue abierta, con recursos de la Dirección de Patrimonio, estimados en diez mil millones, durante la administración de la ministra María Consuelo Araújo, siendo Amalia de Pombo la directora del Colón; María Claudia López, directora de Patrimonio, y yo, directora de Artes. El proyecto no preveía el cambio de la tramoya y estuvo acotado al predio edificado, por lo cual la obra no contemplaba la extensión sobre el lote adquirido a Cajanal en 2001, siendo yo la directora del Teatro. Para esa Dirección propuse a la ministra Cuervo el nombre del arquitecto Carlos Proenza, quien estuvo presto a regresar a Colombia y se sometió al concurso de méritos. La dirección de la obra, desde su inicio, ha estado a cargo de la Dirección de Patrimonio. Dada la envergadura de la obra, junto con la directora de Patrimonio propusimos instalar un Consejo Asesor en el cual participaran representantes de la Alcaldía, el Consejo Nacional de Patrimonio, la Sociedad Colombiana de Arquitectos, entre otros miembros. Es desde esta instancia, del mayor rigor profesional, que se determinó convocar a expertos para asesorar los temas de escenario y acústica, propuesta acogida por la ministra Paula Marcela Moreno. Por consejo de estos técnicos, el Consejo Asesor propuso transformar la tramoya, reformar el escenario, levantar la platea, entre otras adecuaciones. La ministra asumió estas recomendaciones para finales de 2009, con la consecuente ampliación de la obra, su presupuesto y el desplazamiento de las obras conmemorativas del Bicentenario a otros escenarios. En 2009, Juan Luis Isaza asumió la Dirección de Patrimonio y del proceso de restauración, sobre el cual he podido apreciar que mantiene el mayor cuidado y asesoramiento.

Clarisa Ruiz         
Bogotá

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