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"Excelente y útil la disección que hicieron del proceso eleccionario", Emilio Pizarro, Bogotá.

30 de octubre de 2011

Indignación y protesta

En el artículo ‘Fin de un tirano’, de la edición n.° 1538, desconcierta el grado de indignación y de protesta, y la solicitud de investigación amplia y exhaustiva por parte de los pacifistas, ONG Amnistía Internacional y la ONU, respectivamente, que calificaron el asesinato de Gadafi como un crimen de guerra. Ahí sí se considera que hay barbarie y que la muerte se está volviendo una norma. Qué extraño que 40 años de brutal dictadura, con violación de derechos humanos en su máxima expresión, no generara las protestas que hoy elevan estas entidades. Lo peor de todo es que en países como Venezuela se está viviendo exactamente los mismo, o ante las acciones terroristas de las Farc tampoco hay protestas ni indignación, solo se elevan estas cuando nuestro Ejército cumple efectivamente con su oficio.

Luis Miguel Gutiérrez Giraldo
Bogotá
 
EDUCACIÓN:
¿LAS PREGUNTAS CORRECTAS?


En relación con el artículo ‘El fantasma de Chile’ (SEMANA n.° 1538), el debate central que debería guiar la discusión de las partes sobre la reforma a la Ley 30 de Educación Superior no se ha realizado, y este es determinar el papel de la universidad y de la educación superior dentro del modelo de desarrollo colombiano. Si la opción de desarrollo de nuestro país es la de capturar las industrias que el primer mundo descentraliza con el costo ambiental, laboral y de oportunidades que esto significa, entonces el camino determinado por el gobierno funciona, pues la creación, innovación y generación de conocimiento pasan a un segundo plano y convenimos en que estas acciones se realizarán en el primer mundo; por lo tanto, lo que necesitaríamos sería unos conocimientos profesionales y técnicos acordes con las industrias que llegarían a nuestro territorio. Pero si pensamos en un modelo de desarrollo sustentable acorde con nuestra realidad, con nuestros recursos, con una opción alternativa que genere una nueva ruta de equidad e inclusión, los ítems planteados por la reforma pierden peso, pues esta y, en general, la de todo el sistema educativo, tendría que dirigirse a la generación de conocimiento, innovación, tecnología, que buscará no únicamente hablar de financiación, sino de rutas que permitan que el país ingrese a la era del conocimiento. Así, los recursos del Estado serían inversión; los aportes de los sectores productivos serían fuentes de crecimiento, pero también de responsabilidad social; los descubrimientos técnicos y científicos realizados en las IES responderían a las necesidades del país. De esta manera, la universidad jalonaría al país y no sería vista como un costo social, y tal vez la guerra sería entendida de manera inversa: como un despilfarro de dinero en la ruta del desarrollo.

Diofanto Arce Tovar
Montelíbano


Una foto desafortunada

Un saludo especial. Soy Fernanda Lucía Hernández, médica de la sección de Salud de Noticias Caracol (televisión).

En la edición n.° 1538 de SEMANA, en el artículo ‘El médico de las barbies’, aparece una foto en la que estoy con dos hombres, sin que, por fortuna, se precise mi nombre. Sin embargo, en el fondo hay un logo de Caracol y en el artículo se menciona que el denunciado señor Carlos Ramos era consultado como autoridad en materia de estética por los noticieros de televisión.

Quiero aclarar que no he tenido ni tengo relación personal o profesional con el señor Ramos; tampoco lo hemos entrevistado para nuestra sección. Se trata de una foto tomada en la entrada de un evento en Cartagena hace dos años que, al parecer, fue utilizada para su propio beneficio. Al señor Ramos lo he visto dos veces en mi vida por pocos instantes debido a la relación que tiene con una persona que conozco.
Comprendo que en el ejercicio del periodismo suceden muchas cosas y que con el fin de ilustrar se debe recurrir a diversas fuentes. También comprendo que como personaje público se corre el riesgo de ser objeto de fotos que pueden ser utilizadas inadecuadamente. Sin embargo, también es claro que, dependiendo del contexto, así no se mencionen nombres ni empresas, el título y las imágenes que acompañan a los artículos o informes llevan a que las personas hagan asociaciones y saquen conclusiones que pueden ser equivocadas, como en este caso (pueden pensar que soy su paciente o, lo que es peor, que lo avalo como médica). Lamento que esto haya pasado y espero que sea un aprendizaje para todos.

Fernanda Lucía Hernández
Bogotá


Denuncia oportuna

Quiero referirme al artículo ‘El médico de las barbies’ (SEMANA n.° 1538), para felicitar a la revista por la valiosa investigación y oportuna denuncia. Es sin duda un serio problema el que se vive en la ciudad de Medellín y en todo el país, donde las autoridades han permitido, en ocasiones por desidia, por demora en los trámites y por escasez en los resultados, que estos abusos y atropellos a las víctimas sigan sucediendo.

Desafortunadamente, los trámites en las distintas instancias judiciales y administrativas son de larga duración. Específicamente las denuncias ante la Dirección Seccional de Salud de Antioquia y el Tribunal de Ética Médica tardan varios años sin obtener un fallo que debería ser ágil, pronto y ejemplarizante, sin desconocer las dificultades que tienen en lo penal los fiscales y jueces de conocimiento, por ser materias extrañas a su formación jurídica y profesional, además de los procesos ordinarios civiles, que pueden tardar hasta diez años o más en el trámite de las dos instancias, por lo cual, mientras las investigaciones administrativas, disciplinarias, penales y civiles avanzan, los médicos sin la preparación académica, sin la idoneidad profesional y sin el más mínimo respeto por los incautos pacientes, continúan causando daños impunemente.

Andrés Orión Álvarez Pérez
Medellín


Paraíso de todos

En la edición n.° 1538, en la columna de María Jimena Duzán, se hace una acertada crítica a la forma como el gobierno nacional pretende adjudicar un área del Parque Tayrona para construir un hotel siete estrellas. Lo triste es que esa privatización es ya una realidad en el país con las concesiones en que se han entregado varios parques a la empresa Aviatur, pues tengo el testimonio de ser un asiduo visitante de la isla Gorgona desde el año 1986 como estudiante de Biología Marina, buzo y amante de ese paraíso, el cual hasta hace cinco años era no solo un paraíso natural, sino también un sitio amigable y accesible para cualquier colombiano que tuviera la paciencia de hacer la travesía. Actualmente a este parque, operado bajo un concepto de explotación económica de una riqueza natural que es de todos, solo se puede acceder bajo las avariciosas condiciones de Aviatur, y los funcionarios del MAVDT se limitan a hacer un retén ambiental; el resto está en manos de la férrea mano de los funcionarios de la concesión, que ha sacado de operación o tiene bajo su monopolio a los lancheros de Guapi y a los instructores de buceo de todo el país que antes de la concesión se ceñían a las reglas de respeto de capacidad de carga del parque y accedían a este con sus grupos; ahora están limitados a tomar todos los servicios solo por Aviatur.

Mario Alberto Rojas Ospina,
Armenia

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