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"Me dio dolor de patria ver a los colombianos de bien enfrentados mientras la guerrilla reía desde las montañas" Mario Sánchez, Bogotá.

28 de julio de 2012

Ignominia

A lo sucedido en el Cauca entre los indígenas y el Ejército, (SEMANA n.° 1577) le tengo la palabra adecuada: ignominia. Viene del latín y significa: deshonra, mancha, vergüenza, infamia y oprobio. El diccionario de la RAE la define como el resultado de una acción culpable que uno puede hacer, y también corresponde a la afrenta pública que se hace a alguien.

La actitud asumida por los indígenas en el Cauca fue una masacre psicológica en contra del Ejército colombiano. Es un dolor de patria. Arrasaron con los símbolos de la nación, el himno, la bandera y el escudo. ¿Será que los indígenas viven definitivamente en la otra Colombia? La locomotora de la prosperidad se quedó sin combustible en esta olvidada región.

De la entrevista que SEMANA le hace a Feliciano Valencia, líder indígena, se puede concluir que existió negligencia de parte del ministro de Defensa y de los altos mandos. El Congreso está en mora de llamar al ministro a un debate sobre lo que aconteció en el Cauca. Si el ministro tuviera vergüenza, debería renunciar y los altos mandos pedir la baja.

Danilo Yepes Recalde
Pasto


Medalla de oro

Sorprende que una revista que le da poco espacio al deporte haya hecho un gran cubrimiento, tal vez el mejor en impresos, sobre los Juegos Olímpicos de Londres 2012. No solo hablo de la gran revista especial que circuló hace dos semanas, muy buenas historias y análisis, sino del cubrimiento que ha desarrollado en internet y en iPad. Eso habla muy bien de SEMANA, baila al son que le toquen.

Harry Pacheco
Bogotá


Por los caballos

La sección Enfoque ( SEMANA n.° 1577), incluye acertadamente el mensaje “Adopta un Amigo”, alusivo a la campaña de la Alcaldía de Bogotá, en procura de buscar personas que bajo determinadas condiciones estén en capacidad de adoptar uno de los sufridos caballos, que a diario arrastran inmisericordemente las llamadas zorras, cuya supresión se espera en corto tiempo. Sin desconocer la importancia de esta tarea, se hace indispensable que la Secretaría de Movilidad, o el organismo de turno, se preparen para recibir a principios del año próximo una gran cantidad de animales que presumiblemente no van a ser adoptados, y no que a último momento se tomen decisiones improvisadas, que deterioren tan importante propósito.

Antonio José Marulanda Rojas
Bogotá


Sin presa mala

He devorado la revista (edición n.° 1577) que me llegó hoy domingo en la mañana, está como Kokoriko, sin presa mala, me llama la atención el enfoque de Antonio Caballero a la situación del Cauca, es interesante cómo resume y a la vez instruye sobre lo ocurrido, y aunque no lo expresa directamente, deja ver al presidente como un improvisador que raya en la omisión, al no haber hecho absolutamente nada para prevenir tamaño desenlace, del cual no se sabe a esta hora cuáles vayan a ser sus consecuencias, desearía ver un informe real sobre la cantidad de miembros de las Fuerzas Armadas que están vinculados a diferentes procesos, son cerca de 20.000, esa cifra es importante, sin contar lo que cuesta al Estado y qué tan responsable es ese Estado por no atender adecuadamente y asesorar jurídicamente, ya que una buena cantidad, como mínimo la tercera parte están detenidos injustamente. Gracias por hacer que el domingo se fuera volando.

Augusto Abella
Bogotá


Fatalismo

En su columna ‘La razón de las partes’, Antonio Caballero se descuelga con esta frase sobre el problema de los indios del Cauca: “Es un problema mal resuelto (desde el siglo XVI), pero ya es irresoluble: no es posible cambiar la historia del continente americano”. El fatalismo del columnista sobre la historia del continente americano es, simplemente, ahistórico. Los mejores historiadores muestran lo contrario, a saber, que la historia de América Latina desde el siglo XVI es dinámica, compleja, siempre susceptible al cambio. Esta frase condena a los indios, que parece defender, a la explotación. Los rebaja a eternas víctimas y con ello legitima su expolio desde el siglo XVI. Si alguna vez leyó el columnista Caballero algún manual de marxismo o una página de Marx, no se le hubiera ocurrido escribir esta sensacional, por desatinada, frase. Sería necesario recomendarle una bibliografía seria.

Juan Guillermo Gómez García
Medellín


Sobre el palacio de San Francisco

A propósito del artículo ‘Palacio en decadencia’ publicado en la edición n°. 1573,
quiero señalar algunos equívocos, en mi condición de excontratista del convenio Gobernación de Cundinamarca- Sociedad Colombiana de Arquitectos para la evaluación y análisis del estado presente del Palacio de San Francisco, antigua sede de la Gobernación.

Dice SEMANA : “Para el reforzamiento antisísmico del edificio, (...) se requieren entre 12.000 y 15.000 millones de pesos...”. Con esa suma y una gran dosis de optimismo, escasamente se lograría restaurar una parte del tramo frontero a la avenida Jiménez, la fachada principal y si acaso la problemática medianería o lindero con la iglesia de San Francisco.

Lo que hay allí no es un ‘proyecto’. Para que lo fuera debería ser producto (por ley) de un concurso arquitectónico dirigido por la SCA y aprobado en sus bases por la Dirección Nacional de Patrimonio. Lo que se sigue usando como propaganda para promover la iniciativa del gobernador González es una propuesta teórica y anónima encargada a una arquitecta por parte de funcionarias colaboradoras del gobernador. Ese diseño desechó sin fórmula de juicio y a espaldas de quienes intervinimos en la evaluación del estado del edificio, la totalidad de las recomendaciones.

Las recomendaciones para la elaboración de las bases de un concurso arquitectónico tampoco se tuvieron en cuenta ni este, a la fecha, ha sido convocado.

Tampoco es cierto que el intento de producir estudios haya sido ‘liderado’ por la Sociedad Colombiana de Arquitectos. La entidad gremial, en virtud de su convenio con la Gobernación de Cundinamarca, manejó administrativamente algo así como los últimos 120 millones de los supuestos 700 de los cuales habla el artículo e hizo la interventoría de los estudios en los cuales ocurrió mi participación parcial, pero no ‘lideró’ nada.
El grupo de consultores del cual formé parte estudió varias alternativas de uso del Palacio, llegando a la conclusión de que solamente sería viable y recomendable el de un centro cultural.

Germán Téllez C., arquitecto
Bogotá

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