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Con Harry Potter

16 de agosto de 2008

Me refiero al artículo publicado en SEMANA (edición #1371) en relación con el concurso de Notarios: El examen practicado fue contratado con una Universidad que no tiene facultad de Derecho y ante los yerros en que incurrió en el diseño de la prueba académica, como creativa solución se acudió al encubrimiento al otorgar a la misma un carácter reservado, que la Ley no autoriza. Por este camino negaron sin análisis y sin reunir al Consejo Superior, los recursos contra las calificaciones.
Como etapa previa admitieron otorgar de manera pródiga y sin tamiz cinco puntos a cualquier publicación, cartilla o instructivo, en reemplazo de las obras jurídicas que para merecer tal puntaje exige la ley.
Para atemperar las celebraciones es bueno saber que la mejor calificación no pasó de un mediocre 3,8. La mía, que aún discuto, puede tener explicación en que me equivoqué en haber estudiado en los libros de derecho civil, sociedades, penal y notarial; cuando lo acertado era estudiar en los de Harry Potter, por cuanto la prueba, como lo reconoció la Unión Colegiada del Notariado Colombiano, “se convirtió en algo aleatorio y con respuestas de adivinanzas”. Y en un caso fue mas allá, al rescatar la resurrección en una de las respuestas considerada como correcta, porque para la apertura de los testamentos se debe garantizar la comparecencia del muerto. Ante semejante exigencia, ¿quién no se raja?

César Negret Mosquera
Bogotá
 

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