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De la comunidad palestina

En la edición #1.127 aparece una extensa carta suscrita por las Comunidades Judías de Colombia,

4 de enero de 2004

En la edición #1.127 aparece una extensa carta suscrita por las Comunidades Judías de Colombia, en la cual se hacen algunos planteamientos referentes al conflicto palestino-israelí que, además de ofender al columnista Antonio Caballero, buscan cuestionar la legitimidad y justicia de la causa palestina o, si se quiere, condenar sus métodos de lucha, que no dudan en calificar de terroristas. Admitamos, a título de discusión, que esta última apreciación es cierta toda vez que la inmolación de un palestino produce la muerte de muchos israelíes inocentes. En ese orden de ideas tendríamos que admitir que no son menos inocentes los miles de palestinos que han muerto en los territorios ocupados como consecuencia de los bombardeos del ejército de Israel. A lo primero se le llama terrorismo, a lo segundo "un exceso" o a lo sumo "muertes selectivas"... ¿doble moral?, ¿maniqueísmo? Excelente eufemismo para tranquilizar la muy sensible conciencia colectiva judía y engañar a la opinión pública. A propósito de terrorismo, vale la pena señalar que quienes introdujeron las prácticas terroristas en el Medio Oriente no fueron precisamente los palestinos sino los judíos, algunos años antes de la creación del Estado de Israel. De ingrata recordación son las masacres cometidas por los grupos terroristas judíos Stern, Irgún y Hagannah en contra de poblaciones palestinas completamente indefensas, cuyos habitantes se vieron obligados a abandonar sus tierras para escapar a la muerte y a la destrucción. Y pensar que algunos de sus comandantes serían más tarde primeros ministros del nuevo Estado de Israel. Sin lugar a dudas que el holocausto sufrido por los judíos en la Alemania nazi fue una tragedia de inmensas proporciones. Pero no menos trágica, y aún mucho mayor, fue la suerte corrida por 15 millones de negros africanos condenados a vivir como esclavos en muchos países del mundo. No obstante, nadie los recuerda, no se les ha otorgado indemnización alguna, como sí a los judíos, y con creces. No se ha levantado monumento alguno en su memoria ni ha habido quién les presente disculpas o pida perdón. Sin mencionar a fondo la gran calamidad del pueblo palestino, cuya tragedia parece no tener fin. ¿Es justo que se les haya convertido en las víctimas secundarias del holocausto judío, del cual fueron completamente ajenos? Los ingentes esfuerzos que han hecho los palestinos por conseguir la paz se han malogrado por la intransigencia de los sucesivos gobiernos de Israel, que al mismo tiempo que hablan de paz continúan expandiéndose en los territorios ocupados y "eliminando" "selectivamente" a los dirigentes palestinos. Recordemos lo que ocurrió con los Acuerdos de Oslo, truncados con el asesinato de Isaac Rabin por parte de la ultraderecha judía y posteriormente sepultados por el actual primer ministro israelí, Ariel Sharon, cuyos antecedentes nefastos conoce la opinión pública. Los palestinos anhelamos una paz basada en el respeto mutuo, fundamentada en el derecho a nuestra autodeterminación en un país libre y soberano. Se equivocan, en la comunidad judía, quienes piensan que hay odio en nuestros corazones. Hay desespero, sí, pero no odio. Siete millones de palestinos en el exilio confiamos en que algún día se nos haga justicia para que se nos cumpla, este sí, legítimo sueño de tener una patria reconocida por la comunidad internacional. Fundación Cultural Colombo-Palestina Barranquilla

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