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Dos anécdotas bogotanas

Andrés Casas de Santamaría<br>Bogotá
12 de diciembre de 2004

Sobre su edición #1.178 del 29 de noviembre 'En el nombre del padre', sobre los jesuitas, dos anécdotas bogotanas que pueden ser simpáticas, que es lo que la gente lee: el artículo olvida a los héroes jesuíticos, entre ellos a un bartolino, hoy anónimo, soldado como Ignacio de Loyola e inspirado en él como alumno del Colegio de San Bartolomé, héroe de Lincoln y Palonegro, me refiero al general Jesús Casas Castañeda, "muerto heroicamente en la flor de sus días", como lo dice la ley de honores, honrando su nombre, sancionada por el general Rafael Reyes, cuyos restos, los del general Casas, al parecer reposan en la cripta de San Ignacio, tumba donada a la familia, con el bello epitafio "Arnieus noster dormit", "nuestro amigo duerme", para los que no estudiaron latín con el padre Robledo. Y la para mí triste historia de la famosa custodia, 'la lechuga', que no salía de la iglesia de San Ignacio, que estaba escondida debajo de la cama del hermano Turrillas y que sólo se sacaba dentro de la iglesia, si mal no recuerdo para la procesión del Corpus, escoltada por caballeros bogotanos que otrora había, vestidos de frac, pues tengo el presentimiento de que la custodia no se le 'vendió' al Banco de la República, en su justo valor, mejor dicho hablando en bogotano limpio, como decía mi tío el Chato Umaña, pregunto si a los padres los 'chuziaron' o no, y pienso que no irrespeto a mis maestros si, tal como aprendí de ellos, como decía el doctor Laureano Gómez, les pregunto, en cuánto se vendió la misma, máxime cuando se dice que con ellos se hicieron obras sociales. No es el caso de la de Badillo, que "se la robó un ratero 'honrao" o mejor que un 'honrao' se la llevó, pero en el mundo estamos.

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