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El ángel guardián

César Augusto Castaño
30 de marzo de 2003

El ángel guardián

En relación a su cubrimiento de la guerra contra Irak (SEMANA #1.091) pienso que en el curso de la historia de la humanidad, las denominadas potencias o imperios han intentado justificar sus agresiones. En esta desdichada época encontramos un gobierno como el norteamericano, intentando demostrar de mil formas las razones de 'seguridad' que invocaron para atacar a Irak. Para nadie es un secreto que Hussein ha sido un gobernante de lo peor, pero lo que no puede entenderse es cómo un país que se ha constituido en el 'guardián del orden mundial', ignora un ente del talante de la ONU, haciendo caso omiso de lo que representa esta organización para el equilibrio del orbe. Ni siquiera lejanas teorías como las esgrimidas por Santo Tomás en la Summa Teológica acerca de las justas causas de la guerra, o lo descrito por Sepúlveda o Vitoria (edad media y renacimiento), se ajustan a las razones esgrimidas por el gobierno Bush. Bajo ningún pretexto o razón una potencia puede hacer uso de la fuerza para imponer su posición, mucho menos cuando el mundo, aquel que en muchas ocasiones fue ignorado o engañado, conoce las causas de fondo (léase petróleo), máxime cuando en ese acto se atenta contra una inerme población, cuyo único pecado es hacer parte de una civilización a la cual lamentablemente hemos empezado a señalar como enemiga.







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