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El plan Marshall

A veces —por ejemplo en la más reciente columna de Hernando Gómez Buendía— se habla de la urgencia de un nuevo Plan Marshall para Colombia; y, en concreto, para el Chocó, sin recordar las circunstancias que caracterizaron

Bernardo Ramírez R.
20 de mayo de 2002

A veces —por ejemplo en la más reciente columna de Hernando Gómez Buendía— se habla de la urgencia de un nuevo Plan Marshall para Colombia; y, en concreto, para el Chocó, sin recordar las circunstancias que caracterizaron aquella operación de rescate industrial, en junio de 1947. Fue al puro comienzo de la Guerra Fría. En ruinas el aparato productivo europeo, pero con un elemento humano que tenía todos los conocimientos y la experiencia para recuperar su poderío, no necesitaba sino que se financiara la reconstrucción. Así ocurrió. Y, además, los estadounidenses hicieron un buen negocio, pues la ayuda de varios miles de millones de dólares se materializaba en la compra de equipos norteamericanos, librando así al país ‘benefactor’ de una inminente recesión.

Ningún dato nuestro se presta para un paralelo: aquí una educación para el desarrollo es muy precaria, las palabras ciencia y tecnología nos dicen muy poco. Somos tan infortunados, que cuando por primera vez en muchos (¡muchos!) años tenemos un Ministro que sabe lo que debe hacerse para lograr una educación seria y a la altura de los tiempos, debido al cambio de gobierno podríamos ver interrumpida su valerosa y valiosa labor. De otro lado, la corrupción rampante amenaza cualquier donativo o crédito, como se acaba de demostrar con dineros del Plan Colombia, y nada menos que entre la alta oficialidad de la Policía Antinarcóticos, supuesto cuerpo de élite sobre todo en el plano moral. De tanto repetirla como pura retórica, ya ni le ponemos cuidado a aquella frase: “Si la sal se corrompe..”. Busquémosle entonces otro nombre al Plan salvador que esperamos nos llegue como inmerecido regalo del cielo.

Bernardo Ramírez R.

Bogotá

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