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HERNAN CORTEZ CONTRA MOCTEZUMA

28 de diciembre de 1998


Me refiero a la entrevista a Tomás Moulian aparecida en la edición #863 de SEMANA. Lo curioso del affair Pinochet es que no se trata de un problema de derechas o izquierdas. Tampoco es un problema entre familiares de desaparecidos y felices residentes de un país austral. No se trata de redimir la muerte de tantos seres humanos que fueron asesinados brutalmente y en silencio por órdenes siniestras, ni se trata de proteger el crecimiento de una economía robustecida al amparo de una férula militar. Tampoco se discute el absurdo derecho que un país tiene de perdonar a un asesino. Se trata simplemente de historia. De la continuación de la historia.
Que Pinochet es responsable de todo lo que se le acusa nadie lo discute. Pero no se trata de esto. Es algo más lo que enardece a la jurisprudencia europea. Es el recuerdo de un pasado que aún no han olvidado y que no quieren recordar. El derecho que tiene todo país a equivocarse.
Es la Convención de Viena contra la Constitución de Chile. Es el derecho internacional surgido de innumerables tratados firmados al calor de champañas francesas, versus el manejo brutal y condescendiente de leyes suscritas al calor de vinos chilenos. Es la adolescente historia de un país 'sudaca' frente a la rancia cultura occidental que debe comenzar y acabar en Europa. Es Pablo Escobar contra los tratados internacionales sobre narcotráfico. Es una Cámara de los Lores, pomposa y aristocrática, decidiendo sobre algo que no le importa. Es Getulio Vargas contra Oliverio Cromwell. Es una América pobre y fraccionada contra una Europa satisfecha y unida.
Ante un Parlamento inglés que no sabe en qué parte de América se encuentran Bolivia, Paraguay o Cuba, abogados contratados porprósperos empresarios chilenos cuya única aspiración es que sus hijos estudien en el London Schools of Economics pretenden denunciar un colonialismo jurídico de finales del siglo XX que se ejerce a través de una convención suscrita en una ciudad que ya no recuerda cuántas convenciones se han suscrito en sus palacios. Es el grito de justicia de una Europa sobre cuyos restaurantes y museos reposan las cenizas de Felipes y Luises, de Nicolases y Alejandros, de Mussolinis y De Gaulles, de Francos, Borjas y Godoyes, contra el grito de libertad prorrumpido a lo largo y ancho de los Andes por Morelos, Bolívar, San Martín y Miranda. Es la cacería del zorro latinoamericano que pernoctó una noche en bosques ajenos. Es el siglo XX europeo contra el siglo XV suramericano. Es el cinismo de su pasado contra la verguenza de nuestro presente. Es la paz producto de un bienestar nacido sobre millones de muertos, contra la guerra provocada por una pobreza sin esperanzas. Es el Canto General contra los Nibelungos. Es Hernán Cortés contra Moctezuma. El derecho contra la osadía. La osadía de un sátrapa latinoamericano que intentó parecerse a sus mayores.

Camilo Durán Casas
Bogotá

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