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La biografía de Marx

Seguramente los amantes de las biografías correrán a adquirir la de Karl Marx escrita por Francis Wheen y referida en la edición número 1.002 mediante nota agradable y erudita del comentarista literario Luis Fernando Afanador.

Ernesto Rengifo García
27 de agosto de 2001

Seguramente los amantes de las biografías correrán a adquirir la de Karl Marx escrita por Francis Wheen y referida en la edición número 1.002 mediante nota agradable y erudita del comentarista literario Luis Fernando Afanador. Frente a la nota permítaseme la siguiente reflexión: el tema biográfico de Marx no es tan novedoso como parece. Existe una de gran altura escrita en el año de 1939 por uno de los pensadores liberales más importantes del siglo XX: Isaiah Berlin. En ella se trasladan con amable habilidad muchas abstrusas nociones del marxismo en un lenguaje claro y accesible. Y desde el punto de vista personal, a propósito del perfil humano que el autor de la nota le reivindica a la nueva biografía, en la de Berlin se encuentra esta perla en su último capítulo: “There is nothing to indicate that he liked either painting or music”, aunque el reconocido biógrafo destacó en Marx su desmesurada pasión por los libros. Los devoraba y era capaz incluso de recitar de memoria párrafos enteros y extensos de autores como Shakespeare. Pero nos dejó Berlin la duda de que uno de los humanistas de mayor trascendencia en el siglo XX no tuviera disposición espiritual para la pintura y la música. Tan humano era, además, que Berlin señaló que su muerte, ocurrida el 14 de marzo de 1883, pasó inadvertida por el público en general, a tal punto que el mismo The Times publicó una inexacta nota necrológica escrita por un corresponsal de París quien se había enterado de la defunción mediante la lectura de la noticia en un diario socialista francés. Para tristeza de muchos de nosotros todo lo sólido se desvanece en el aire y más en medio de posmodernidad. Finalmente, y eso lo recuerda Afanador, Marx es enterrado en el cementerio de Highgate ubicado en una distinguida y aristocrática zona del norte de Londres. En fin, todo es humano, demasiado humano.

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