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La hija de Diego Londoño White escribe

La familia de Diego Londoño White quiere dar a conocer la carta que Manuela Londoño Santa Maria envió a sus compañeros de la Escuela de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana,

Manuela Londoño Santa María
7 de diciembre de 2002

La familia de Diego Londoño White quiere dar a conocer la carta que Manuela Londoño Santa Maria envió a sus compañeros de la Escuela de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana, a raíz de los artículos publicados en diferentes medios con ocasión del asesinato de su padre y, especialmente, del escrito por Héctor Abad Faciolince, publicado por la revista SEMANA en su última edición.



Medellin, diciembre 2 de 2002

Estimados compañeros y ahora colegas:

Antes que nada quiero agradecer su apoyo que bastante ánimo me ha dado en estos momentos. Me dirijo a ustedes con la ilusión de que si no logro el cometido de hacer claridad, dando entonces lugar a interpretaciones, se apliquen éstas a mis palabras pero no a mi silencio.

Ha ocurrido una tragedia que me afecta, afecta a mi familia y afecta a aquellas personas que con corazón desprevenido tuvieron a bien querernos, apoyarnos y creer en nosotros a lo largo de estos años. La tragedia no empezó ahora ni parece haber terminado y no es sólo nuestra, es también la de todos los colombianos que con sevicia e infamia vienen siendo desinformados por medios negligentes que, con imperdonable descuido y falsa moral, alegan cumplir su tarea.

No es mi pretensión que crean en la inocencia de mi papá, aunque, por supuesto, me encantaría, pero sí la de que sepan que yo sé que sí lo es. Diego Londoño White no fue un narcotraficante, no fue un secuestrador, no fue un delincuente, no fue un criminal.

Pero como no me ocupa en este momento la labor de dirigir la defensa técnica de mi papá, labor que correspondía al Profesor Alvaro Vargas, me limitaré a informarles aquellas cosas que los medios parecen tener tan lejos de su alcance, ya que han sido incapaces de realizar su tarea.



l. El Colombiano, Miércoles 27 de Noviembre de 2002, página 10 A "Asesinado Diego Londoño White, exgerente del Metro"

Empieza el artículo diciendo: "El arquitecto..." Por Dios, ni siquiera pudieron corroborar el título universitario? No era ni arquitecto ni abogado, era administrador de empresas de Eafit.

Dice el artículo, posteriormente, "un juez regional, ahora justicia especializada, lo condenó a 14 años de prisión, al encontrarlo culpable del delito de concierto para realizar actividades de narcotráfico. Por esas imputaciones Londoño White pagó una pena de nueve años de cárcel que cumplió hasta el pasado 11 de febrero, fecha en la cual abandonó la prisión de máxima seguridad de Itagüí, luego de que sus abogados invocaran un Habeas Corpus, al considerar que su defendido había pagado las tres quintas partes de la sentencia impuesta por la justicia). Sobre lo anterior me permito hacerles las siguientes reflexiones: como bien saben, no hay condena en firme hasta haber agotado el último recurso legal; su sindicación de narcotráfico, irregularmente construida para evitarle gozar del beneficio de libertad provisional, es la única sentencia que tuvo Diego Londoño White, la cual no está ejecutoriada porque se encuentra en la Corte Suprema de Justicia, esperando le sea resuelta el recurso de Casación. Tampoco pagó una condena de nueve años de cárcel, tuvo una detención preventiva de nueve años, ocho meses y once días de prisión. No fue pues una libertad condicional, aquella que se otorga al estar cumplidas las tres quintas partes de la pena, sino una libertad provisional, la que se otorga a un sindicado cuando se dan los hechos en los que se fundamenta la causal; esta libertad provisional fue la que le permitió gozar de unos pocos meses de libertad.

Diego Londoño White pagó la pena de un proceso en el cual se citó a Audiencia pública de juzgamiento sólo el 18 de noviembre del año en curso, ocho días antes de su asesinato, cuando este proceso había comenzado el primero de marzo de 1993. Esta Audiencia, inexplicablemente, fue suspendida después del primer día. Ustedes, compañeros, egresados de la Facultad de Derecho, entienden que se pueda pagar en detención preventiva una condena que no ha sido impuesta? Entienden, acaso, que a los nueve años largos de detención se inicie la Audiencia pública de juzgamiento? Durante todo ese tiempo mi papá no fue juzgado, ni siquiera en primera instancia, por el proceso que se le adelantaba. Con su asesinato lo privaron del derecho a su defensa.

En relación con el recurso del Habeas Corpus que ordenó cumplirle el derecho a su libertad, les hago la siguiente reflexión: no es insólito que, a pesar de haber obtenido la libertad por haber cumplido una pena en detención preventiva, la cual ni siquiera le habia sido impuesta, se haya tenido que interponer este recurso, hecho que ni siquiera manejaron sus abogados como lo afirma El Colombiano, sino que fue directamente interpuesto por mi mamá y por mí?

El artículo también hace referencia a imputaciones de secuestros de personalidades públicas, Francisco Santos, Maruja Pachón, Beatriz Villamizar, Marina Montoya, Lisandro Ospina; las imputaciones existieron pero le fueron precluídas hace varios años al comprobar y admitir la Fiscalía que los escasos testimonios en los cuales se fundamentaban, habían sido sólo el producto de una retaliación juridica. Curiosamente ni en este artículo ni en el de El Tiempo de noviembre 27 de 2002, sus acuciosos periodistas registran este hecho, fundamental, para la opinión pública.

2. Revista SEMANA, diciembre 2 de 2002, artículo de Héctor Abed Faciolince

Amigos y compañeros, no sé si hayan tenido la oportunidad de leer este artículo, al cual es difícil referirse porque recorta las palabras, es un huracán devastador!

Haré un intento: hay en este artículo más sevicia y barbarie que la que pretende descubrir y criticar el autor, el cual insinúa, sin rigor ni precisión, hechos atroces en una persona ya muerta, sin posibilidades de defensa. Qué pena, qué dolor!

Cómo puede aseverar el autor que Diego Londoño fue un delincuente cuando, a la fecha de su muerte, no tenía una sola condena en firme? Conoce acaso el autor los preceptos básicos de los Derechos Humanos?, no fue su padre una víctima de la violación de los mismos?

Con ejemplos de periodismo como el de este artículo de Héctor Abad Faciolince jamás se alcanzará la paz en Colombia. Ojalá algún dia siembre semillas diferentes a las del odio que pregona en su artículo.

Quiero agregar, antes de terminar, que la tarea de probar su inocencia costó a mi padre casi 10 años de cárcel y, finalmente, su vida.

Queridos compañeros, mientras los veo en la próxima imposición de escudos de la Universidad, les envío un cordial saludo



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