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La protocolización del fracaso

Ramiro Blanco Suárez
26 de febrero de 2002

A propósito de su carátula de la edición #1.029 permítaseme decir que entreabiertos los desvencijados postigos de la paz, lo único concreto ha sido la protocolización del total fracaso del señor presidente Pastrana en lo que él quiso ser, a lo largo de los tres años y medio de gestiones, el artífice de la convivencia que lideró solo, porque así lo diseñó, en estas largas y dolorosas jornadas de inconsistencias, rectificaciones y debilidades. Fue necesaria la intervención publicitada de más de una decena de ciudadanos extranjeros, encabezados por el representante del Secretario de la ONU y del embajador de Francia, a quienes se sumó el venerable presidente de la Conferencia Episcopal, cirineos en el arrastre de esta cruz de diálogos urgidos, para salir de apuros y, en medio de las balas, proseguir, con cronograma.

Algunas cosas nuevas hicieron presencia en este acelerado trasplante del proceso: desaparecieron las ‘convincentes’ metralletas de la mesa de conversaciones; no es cierto el ateísmo de los guerrilleros; en presencia del mundo entonaron la oración previa que ofició el inefable monseñor, de quien es bueno recordar que hace meses se le fugó, como una paloma mensajera, el aeropirata del Caguán.

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