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Lamento empresarial

Mi nombre es Samuel Bluman Levy, soy de Medellín, industrial de profesión y actualmente resido en Miami por motivos de fuerza mayor que en Colombia se llama inseguridad

Samuel Bluman
9 de octubre de 2000

Mi nombre es Samuel Bluman Levy, soy de Medellín, industrial de profesión y actualmente resido en Miami por motivos de fuerza mayor que en Colombia se llama inseguridad.

Leí el artículo de Antonio Caballero de la revista #951 ‘Los ricos también lloramos’ y me pareció extraordinario pues es la primera vez que escucho de boca de alguien la verdadera razón del gravísimo problema que atraviesa nuestro país y que no tendrá solución hasta que nosotros los considerados ricos no nos involucremos en la única salida que existe para esta guerra y es que compartamos una buena parte de lo nuestro con los demás.

El año pasado en Medellín iniciamos un buen número de empresarios una campaña destinada a generar empleo que se llamó ‘Adopte un desempleado’. La idea consistía en que cada empresa en Medellín aportara el 1 por ciento de sus ventas anuales para la creación de una cooperativa que adoptaría estas personas, les pagaría, y se la entregaría a la Alcaldía, a la Gobernación y a microempresas que no pudieran pagar más empleados, éstos estarían al servicio de estas entidades con su respectiva auditoría pero sus sueldos serían pagados por las empresas afiliadas.

Para mayor claridad funcionaría con el sistema de impulsadoras de los almacenes de cadena donde la persona trabaja en el almacén pero su sueldo lo paga la empresa dueña del producto.

Pedimos el 1 por ciento de las ventas de empresas que vendieran entre 100 a 20.000 millones por año y un aporte equivalente de sus utilidades cuando fueran empresas de más de 20.000 millones por año y cuyas utilidades estuvieran entre un 2 a un 6 por ciento de sus ventas, esto sería sin ninguna retribución gubernamental y sin ninguna ventaja que es como verdaderamente se debe dar o que es como siempre le pedimos a Dios que nos dé cuando de pedir se trata.

Con esto esperábamos recoger el primer año 60 millones de dólares que generarían a su vez 30.000 empleos de salario mínimo con todas sus prestaciones, incluyendo el Sena para ir dándoles la oportunidad de irse preparando para empleos más especializados, y teniendo en cuenta que cada persona ganara 2.000 dólares por año que es el aproximado de un sueldo anual.

Para su información 60 millones de dólares es el 6 por ciento de lo que pagó Antioquia en secuestros durante el año 98 o sea que con un 6 por ciento desamarrados pagaríamos 30.000 empleos y empezaríamos a competirle a la violencia en donde ella contrata o sea en el hambre, la miseria y la falta de oportunidades.

Toda esta campaña se montó y se coordinó con personas muy capaces de empresas como Confama, Famiempresas de Antioquia y otras, hablamos en reuniones privadas con cada uno de los presidentes de las grandes compañías en Medellín y buscamos el apoyo del Sindicato Antioqueño para la logística en la parte financiera, de todo esto hay actas, documentos, etc.

Cuando llegó el momento de hacer los aportes increíblemente no se lograron reunir ni 100 millones de pesos pues para dar nadie absolutamente nadie tiene presupuesto y mucho menos para dar sin ninguna contraprestación como rebajas de impuestos, etc.

No los voy a aburrir con esto, pero leyendo su artículo toda esta historia vino a mi recuerdo pues la única conclusión que me quedó de este intento de varios meses fue una frase que escuche de un ‘pobre’ hace un tiempo y decía que “Los ricos no dan sino con el fusil en el pecho”. Así será por mucho tiempo más hasta que los ricos entendamos que es culpa nuestra que las cosas estén como están.

Dar siempre será posible pero no tenemos un líder que nos aglutine y a los dueños de Colombia que son los llamados a liderar es muy poco lo que les importa el bienestar social del país.

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