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¿Le temen a Íngrid?

H. José Serrano<br>Whitedeer (Estados Unidos)
11 de septiembre de 2005

Refiriéndome al artículo 'Ilusión de un día', edición #1.213, me parece aberrante y poco diplomática la respuesta de Álvaro Uribe a la petición de las señoras Yolanda Pulecio y Patricia Perdomo, ambas con un profundo dolor y desconsuelo ante un gobierno guerrerista que le ha cerrado la puerta a una salida negociada a unos supuestos terroristas de izquierda y, en cambio, les ha dado todo a unos terroristas de derecha, con el aval de Estados Unidos. Se le olvida al señor Presidente que él manda por los votos de los colombianos, a los que nos debe responder con responsabilidad y coherencia; ¿no será que tiene temor de un candidato, o más bien de una candidata de la talla de Íngrid Betancourt? Fortalecida por un cautiverio que la hace conocedora sin igual e indiscutible del conflicto armado y la problemática social.

Esta es la oportunidad inigualable que no debe desaprovechar la guerrilla para salir del callejón sin salida en el que está, liderando a los secuestrados sin ninguna negociación, condicionamiento o acuerdo con el gobierno, sólo con la simple voluntad de reivindicarse con la sociedad. Esto sería un acto sin precedentes en la historia de Colombia, una paz lograda sin armas, sin Plan Colombia o Patriota, una verdadera paz, y permitir que, gracias a este gesto, los colombianos puedan elegir a la primera mujer presidenta de Colombia. De ser así, que tiemblen Uribe y sus aliados, pues este sería el único político que da la talla para competir en las urnas a un presidente que se quiere perpetuar a costa de encuestas y embajadas.

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