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Los méritos por Bogotá

Juan Carlos Flórez Arcila
26 de marzo de 2001

Afortunadamente su revista realza una de las transformaciones más positivas ocurridas en Bogotá. La reducción en seis años de los homicidios en un 50 por ciento. En 1994 teníamos 83 homicidios por cada 100.000 habitantes, 39,5 en 1999 como lo anotó SEMANA.

En un país destrozado por la guerra y el desplome del Estado central este proceso es sorprendente. Y más aún lo es la poca valoración que nuestra sociedad hace de una mutación tan positiva. Y aunque aun las tasas de homicidio en la ciudad triplican los promedios mundiales, es innegable que la capital se ha separado de la vergonzosa tendencia nacional hacia el incremento de este delito, cuyo carácter masivo nos debería avergonzar profundamente.

Los cambios descritos merecen, eso sí, inscribirse dentro de un contexto que no sólo se reduce a la administración del ex alcalde Peñalosa. El mérito es compartido por los tres últimos gobiernos, Castro, Mockus-Bromberg y Peñalosa. Las cámaras de vigilancia fueron compradas durante Castro, se activaron con Mockus y se utilizan regularmente con Peñalosa. El programa de desarme se inicia tímidamente con Castro, se convierte en una estrategia central con Mockus y se mantiene con Peñalosa. Por desgracia para Cali, el primer promotor serio de esta estrategia en Colombia fue su ex alcalde, el médico Rodrigo Guerrero. Nadie es profeta en su tierra.

Una reflexión final. La policía de la ciudad tiene su mérito, pero los avances en seguridad ciudadana no hubieran sido posibles sin el surgimiento de una cultura urbana más respetuosa de la convivencia, sin el éxito inicial de la hora zanahoria y sin el afortunado continuismo de las tres últimas administraciones.

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