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Respuesta a Caballero

"Nazis", "holocausto", "guetos", "crimen", "expulsión": Estos son los términos que utiliza Antonio Caballero en sus columnas aparecidas en las ediciones 1.124 y 1.126, de SEMANA, dedicadas al actual conflicto entre israelíes y palestinos.

8 de diciembre de 2003

"Nazis", "holocausto", "guetos", "crimen", "expulsión": Estos son los términos que utiliza Antonio Caballero en sus columnas aparecidas en las ediciones 1.124 y 1.126, de SEMANA, dedicadas al actual conflicto entre israelíes y palestinos. Un simplismo aterrador y sospechoso para referirse a tema tan complejo que oculta -¿deliberadamente?- la otra cara de la moneda.

Caballero afirma que no es judeofobo, ni antisemita. Lo lamentable entonces es que se pliegue la retórica de los que sí lo son e incluso los supere con creces. ¿Es necesario llegar a esos niveles de trivialización de la peor tragedia que haya sufrido pueblo alguno en los anales de la historia, como lo fue el holocausto judío, para expresar su simpatía por la causa palestina por justa que sea? No es una visión original del columnista. Se expresaron de igual forma Saramago, un amplio sector de la prensa europea -francesa, inglesa y española en particular-, y a diario lo hacen los dirigentes y los medios de opinión del mundo árabe e islámico.

No es raro: Europa y quienes viven bajo su aura -como Caballero-, arrastran la pesada carga de la culpabilidad que les toca por la actitud contemplativa y cómplice frente a la maquinaria de exterminio nazi, con sus cámaras de gas y campos de la muerte, que hace poco más de medio siglo prácticamente aniquiló al judaísmo europeo. Y lo que quieren ahora, 50 años más tarde, es deslegitimar al Estado de Israel, apelando a una inmoral comparación entre hechos históricos que no lo admiten asignándole a Israel y su pueblo el papel de los que fueron sus peores verdugos. Qué fácil les resulta endilgarle a Israel las culpas de todo lo que ocurre en la región. Ni siquiera se ruborizan con la grotesca idea del "holocausto grande" y el "holocausto pequeño", con tal de justificar el estigma del odio que permanece latente en sus almas.

¿Es tan difícil aceptar que el liderazgo palestino y los países árabes y musulmanes que a éste han manipulado para satisfacer sus propios intereses, son grandes responsables de la tragedia que vive ese pueblo? Elegir el terrorismo en vez de la negociación, el odio en vez de la reconciliación, la muerte en lugar de la vida, han sido los verdaderos obstáculos para llegar a la paz.

El mismo pueblo al que Caballero acusa de ser cómplice de lo que llama "crímenes contra el pueblo palestino", en su oportunidad eligió a Rabin y a Barak para buscar la paz a través de negociaciones en las que ambos bandos debían hacer concesiones. La respuesta del liderazgo palestino fue el terrorismo indiscriminado contra civiles israelíes: restaurantes, hoteles, centros comerciales, autobuses, se convirtieron en objetivos de esta sí, campaña de exterminio contra el pueblo de Israel. Y este pueblo, el pueblo judío en Israel y en la diáspora no iba a poner la otra mejilla, como lo desean Caballero y los que como él piensan. Este pueblo que se la había jugado toda por la paz decidió ante las circunstancias ejercer el derecho a la legítima defensa. Y esto es lo censurable; que Israel se defienda: igual los judíos nunca se defendieron. Lo que quieren es que el judío vaya cargando su sanbenito a la hoguera sin poner resistencia. Y ahora resulta que lo correcto, lo moral, lo democrático, lo progresista, es hacerle el juego al Hamas, al Jihad islámico, al Hizbalá y su proyecto de aniquilación del Estado de Israel y sus ciudadanos, y la "construcción" del Estado islámico de Palestina, en su lugar. Si esto llegase a suceder, los Caballeros y sus áulicos que juegan a lo mismo, simplemente se rasgarán las vestiduras y seguirán sus vidas normales, con el vacío que les dejará no tener a un Israel en quien verter su veneno para limpiar su conciencia.

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