Sobre el servicio exterior

El artículo 'El costo de la reelección' (SEMANA #1.193) llama la atención sobre un tema de debate público en Colombia: lo relacionado con el servicio exterior. La aparente disyuntiva entre funcionarios que son nombrados por ser 'amigos del gobierno' y los de Cancillería (sean o no de carrera) es un falso dilema. Primero, porque no es posible hacer política de Estado con funcionarios cuyo panorama no es superior al término del gobierno, y segundo porque lo mínimo es que las personas designadas reúnan condiciones mínimas.

La mayoría de países avanzados y los vecinos como Brasil, Perú y Ecuador resolvieron hace años esta discusión con el establecimiento de carreras diplomáticas que sirven sin importar su color político. Varios aceptan que algunos cargos se provean con funcionarios de origen político, pero sólo a nivel de embajador o jefe de misión. Acerca del proyecto que cursa en el Congreso, en el cual se pretende reformar la menguada carrera diplomática, nuestra posición ha sido pedir un debate que incluya la evaluación de las experiencias internacionales y una revisión en Colombia. Para ello se contrató un estudio con la Universidad de los Andes. El país necesita una ley que regule el servicio exterior y no una de facultades que permita al ejecutivo que la diplomacia esté en manos de políticos de dudosa competencia.