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Todos iguales

6 de septiembre de 2008

Leí en SEMANA, en su edición #1370, en la columna de María Jimena Duzán, “cada vez es más evidente cómo el Presidente invoca su relación directa con lo que él llama ‘el pueblo’, cuando se trata de sortear problemas de gobernabilidad derivados de la para-política o de la yidis-política. En muchos de sus discursos Uribe ha dejado claro que la voz del pueblo es la voz de Dios”. Luego al citar a Hannah Arendt, agrega: “Mientras el pueblo a lo largo de la historia siempre impulsa revoluciones para buscar una representación verdadera, el populacho siempre grita a favor del hombre fuerte, del gran líder; por eso, según Arendt, los regímenes plebiscitarios son la fórmula que mejor les funciona a los modernos dirigentes del populacho”. Y finalmente, luego de decir que las encuestas no son el pueblo y de hacer algunas observaciones sobre el tema concluye: “Uribe está con el populacho y el populacho con él. Al pueblo que lo dejen tranquilo”. A pesar de la cita, en manera alguna comparto las ideas presentadas por la citante y la citada. Pueblo, populacho y plebe representan el total de los ciudadanos y gentes de una nación. Y ya políticamente hablando, tan válido y significativo es el voto en las urnas de un campesino humilde o de una trabajadora doméstica como el de un alto dirigente llámese presidente de la República o gobernador o alcalde. Por eso se dice que todos en un país democrático somos iguales.

Gabriel Horacio Jaramillo G.
Bogotá

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