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Tres históricos

En su lista de ‘El poder eterno’, de su edición #1.014, quedaron por fuera tres personajes cuya influencia aún gravita en la vida de los colombianos:

José Henrique Rizo Pombo
13 de agosto de 2001

En su lista de ‘El poder eterno’, de su edición #1.014, quedaron por fuera tres personajes cuya influencia aún gravita en la vida de los colombianos: Rafael Núñez, Laureano Gómez y Alberto Lleras.

La influencia de Rafael Núñez durante la segunda mitad del siglo XIX se proyectó a casi todo el siglo XX con el concepto de regeneración o catástrofe, que hoy está a punto de reventar de nuevo aunque por circunstancias muy diferentes. Unificó la Nación, calmó la inestabilidad política del siglo XIX e inició el largo período de tranquilidad que duró hasta los años 1930. Fue el inspirador de la Constitución de 1886 que nos rigió casi un siglo y que, aunque sustituida por la de 1991, aún persiste como experiencia positiva a la que bien podríamos acudir de nuevo, pero actualizada, con la nueva reforma constitucional que tarde o temprano tendremos que adoptar.

Laureano Gómez orientó al Partido Conservador y al país durante la conocida como hegemonía conservadora que coincidió con el país rural que fue Colombia hasta la década de los años 30. Fue también en esa época el gran veedor contra la corrupción administrativa y siguió siéndolo cuando le tocó, ya en la oposición defender a su partido. No pudo sustraerse del clima de violencia política que fue agudizándose la que le impidió ejercer la presidencia del gobierno de desarrollo y progreso que se propuso, pero fue capaz de anteponer el interés nacional al de los partidos políticos cuando pactó con Alberto Lleras el cambio que permitió al país sosegar las luchas políticas y reducir sustancialmente la gran intolerancia partidista que afectaba a todos los colombianos. Este efecto se proyectó a otros medios de intolerancia por diferencias como las regionales, las de clase social, las raciales y étnicas, o religiosas. Hoy subsisten diferencias pero no la intolerancia generalizada de otros días. Hoy, la intolerancia de todos está enfocada hacia los tres poderes del Estado, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, que no han podido impedir que Colombia haya llegado a las condiciones de postración en lo económico, lo social y lo ético que amenaza nuestra institucionalidad.

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