| Foto: Archivo Particular

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En los últimos tres años el trabajo del IDU ha sido notorio. Una mejor movilidad empieza a notarse gracias a nuevas obras.

12 de agosto de 2016

Desarrollar una buena infraestructura en movilidad es esencial para la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. TransMiCable, en Ciudad Bolívar, es el ejemplo perfecto en Bogotá: reduce un trayecto que antes duraba una hora a 13 minutos, fue pensado para las personas con discapacidad (cabinas amplias) y disminuye el impacto ambiental. Con base en esa premisa, la Alcaldía de Bogotá, a través del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), tiene la tarea de ejecutar obras viales y de espacio público que impulsen el desarrollo de la capital y la conviertan en una ciudad incluyente, sostenible y moderna.

Desde 2016, el IDU ha entregado 28 obras que tuvieron una inversión de 1,1 billones de pesos para su ejecución. Algunas de las más emblemáticas son –además de TransMiCable–, el intercambiador de la calle 94, las avenidas Bosa y Ciudad de Cali y la ciclorruta de la calle 116. Estos proyectos mejoraron la movilidad y permitieron que Bogotá se convirtiera en una ciudad multimodal; o sea, un lugar donde los ciudadanos se movilizan en carro y transporte público y también en medios alternativos como la bicicleta.

Entregar estos proyectos a la ciudad no fue tarea fácil. Muchas obras, en el pasado, estuvieron bloqueadas durante varios meses por falta de coordinación entre algunas empresas públicas y entidades distritales del sector. Eran repúblicas independientes. Antes de evidenciar el porqué, cabe recordar que todos los proyectos de infraestructura deben pasar por varias fases antes de su construcción: factibilidad, estudios y diseños, y adjudicación. El contrato de la peatonalización de la Séptima, por ejemplo, se firmó en marzo de 2015 y aun así esta administración recibió la obra sin nueve estudios necesarios y sin los permisos del Instituto de Patrimonio Cultural y del Ministerio de Cultura. Sin estos avales, el IDU, encargado de ejecutar las obras, no podía entrar a operar.

Respecto a lo anterior, la directora del Instituto de Desarrollo Urbano, Yaneth Mantilla, asegura: “Precisamente, uno de los mayores logros que hemos tenido en esta administración ha sido poder destrabar todas las obras que recibimos en 2016. Eran proyectos totalmente desfinanciados y trancados por la falta de armonización y coordinación. Hemos dinamizado y cambiado esa práctica”.

Otro logro del instituto, entre 2016 y 2019, fue desmitificar la idea de que el IDU es una entidad corrupta, una imagen que surgió por el ‘Carrusel de la contratación’. De hecho, fue de las primeras instituciones del país en presentar los ‘pliegos tipo’ para licitaciones de obras públicas de infraestructura de transporte, los cuales son considerados un instrumento para combatir la corrupción en los procesos de contratación estatal.