EDICIÓN IMPRESA

Le llegó la hora

21 de marzo de 2015

El general Óscar Naranjo está feliz. Por un malentendido que lo hizo pensar que podía ser vicepresidente, había sacrificado un puestazo en México como asesor del presidente Peña Nieto y como profesor universitario. Él, que es un hombre acción y de trabajo, se había sentido algo frustrado cuando lo nombraron ministro del Posconflicto por la falta de funciones concretas de ese cargo en ese momento. Ahora, con la doble responsabilidad de seguir en contacto con la Mesa de La Habana y de preparar al país para la realidad del posconflicto, está lleno de entusiasmo y energía con el nuevo reto. Una de sus primeras decisiones fue nombrar como director de seguridad para esa etapa al exviceministro del Interior y de Desarrollo Rural, Aníbal Fernández.