Se han invertido más de 12 billones de pesos en la renovación de los 15 kilómetros que componen la Avenida El Dorado. | Foto: Archivo Particular

MOVILIDAD

La Avenida El Dorado le cambió la cara a Bogotá

Alrededor de la calle 26, uno de los ejes de la ciudad, se están desarrollando proyectos que potenciarán la industria, el comercio, los negocios y la investigación.

William Alfonso Piña*
10 de enero de 2018

Desde la primera versión del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), Bogotá ha buscado un modelo de ciudad basado en áreas de centralidad. Ya desde entonces, el área central y el Aeropuerto El Dorado se establecieron como zonas prioritarias para intervención, ya que se pueden integrar mediante un anillo de innovación que reúne industria, investigación, formación universitaria y centros de negocios.

La mayor conexión de estas operaciones urbanas es la Avenida El Dorado, que cuenta con una gran cantidad de suelo donde se pueden llevar a cabo intervenciones estratégicas. Posicionarla como eje de renovación urbana permitió la construcción de edificaciones con alturas excepcionales destinadas a albergar centros empresariales, hoteles y viviendas, pero realmente fue cuando arrancó el proyecto de TransMilenio que se comenzaron a ejecutar cambios de redes, ampliación de andenes y la regulación del perfil de las vías, y se formularon grandes proyectos integrales.

Para consolidar el sector como nodo empresarial de la calle 26, desde la administración distrital se realizaron planes parciales de renovación como La Estrella, Plaza de la Democracia, San Martín y La Alameda, donde se destaca el proyecto Estación Central, que se convertirá en el más importante sitio de intercambio de transporte masivo y en puerta de entrada tanto para el centro internacional como para el centro histórico. Más al occidente, la Plaza de la Democracia reunirá el complejo de servicios distritales del CAD, con nuevos desarrollos en torno a la plaza y sede del Concejo de Bogotá, consolidando el sector como un nodo de prestación de servicios urbanos institucionales.

En el ámbito privado hay también varios proyectos de desarrollo que dinamizan la consolidación urbana de la 26. Entre ellos se destacan las inversiones en los grandes edificios de la calle 19 y Avenida Caracas con calle 26, que contribuirán a la revitalización de zonas degradadas e integrarán las diferentes intervenciones sobre el eje de esta vía, que consolidará la presencia de viviendas con edificios de altura, aprovechando así las zonas libres aledañas al Cementerio Central.

Más al occidente, Ciudad Salitre sigue jalonando la construcción de un centro internacional de negocios a partir del enclave de la Cámara de Comercio, la zona hotelera y un distrito de negocios en la cabecera del aeropuerto. Además, el grupo Luis Carlos Sarmiento adelanta un complejo empresarial cerca de la Gobernación de Cundinamarca y hay expectativa sobre los desarrollos en el antiguo predio de El Tiempo, las esquinas de la Avenida Boyacá y la Avenida Ciudad de Cali. Localizado sobre el eje centro-aeropuerto, este conjunto de obras busca mejorar la accesibilidad, atraer inversionistas y generar nuevos usos comerciales y de oficinas de alta tecnología que consoliden el centro de Bogotá como el centro de negocios del país y lo conviertan en uno de los más competitivos a nivel mundial.

Como estos proyectos de desarrollo han encarecido el suelo, la presión inmobiliaria sobre los predios de baja ocupación ha venido en aumento. Este es el caso del proyecto de renovación urbana del Centro Administrativo Nacional (CAN), por medio del cual se pretende utilizar mejor el suelo con el fin de mejorar esta zona de la ciudad y modernizar los edificios de los ministerios que allí funcionan. En principio, la idea era trasladarlos al centro para vender el terreno y así financiar la operación, pero después de algunas dificultades se propuso un proyecto integrado con participación público-privada que además de aumentar las cesiones de espacio verde permitirá centralizar la operación de más de 60 empresas del Estado que en este momento están dispersas por la ciudad.

Estas dinámicas no han recibido los estímulos suficientes, y las acciones necesarias se siguen realizando de forma dispersa. Esto no contribuye a lograr avances en la recuperación del espacio público y en infraestructura, y sumado a la indefinición de proyectos como el metro, se podría estar perjudicando el desarrollo del sector.

*Profesor de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales y del Programa en Gestión y Desarrollo Urbanos de la Universidad del Rosario.