La producción nacional de esta gema ha generado desde 2010 recursos por regalías por un valor aproximado de 40.000 millones de pesos. | Foto: Iván Valencia

INDUSTRIA TECNIFICADA

Está evolucionando el negocio

La presidenta de la Agencia Nacional de Minería, Silvana Habib, explica por qué el promedio anual de regalías en esta industria asciende los 6.000 millones de pesos.

Silvana Habib*
5 de septiembre de 2017

El esplendor y la belleza de las esmeraldas ha cautivado a numerosas civilizaciones durante miles de años por su intenso color verde, regalo maravilloso de la tierra. Se cree que la reina Cleopatra sentía una gran debilidad por las esmeraldas, por lo que fomentó la explotación de yacimientos que, con el tiempo, se llamaron ‘Las Minas de Cleopatra’.

Si prestamos atención a los extraordinarios mitos y leyendas de los indígenas muzos, las esmeraldas son las lágrimas que derramó una indígena muisca llamada Fura por la pérdida de su amado Tena. Para los alquimistas es la piedra de Venus.

De estas piedras preciosas verdes, mágicas y misteriosas, las producidas en Colombia son símbolo de estética, elegancia y buen gusto. Nuestras esmeraldas, que tanto prestigio nos han dado alrededor del mundo, se diferencian de las demás por tener una saturación perfecta, un brillo único y un color más vivo, cualidades que las hacen famosas en el mercado internacional.

Según la literatura disponible y el conocimiento generado a partir de la explotación de sus yacimientos, la especial calidad de las esmeraldas colombianas proviene de sus condiciones de formación, que las hace muy delicadas y les da una fluorescencia natural. El contenido de cromo y vanadio en muchas de ellas es el ideal, lo que favorece que su color, juego de luz y brillo sean óptimos y muy valorados por los consumidores.

Las auténticas esmeraldas colombianas tienen sello propio por su formación hidrotermal, una característica única en el planeta. Actualmente somos el segundo productor de esta piedra preciosa después de Zambia.

A partir de la información histórica sobre producción y de los estudios geológicos adelantados por entidades técnicas del gobierno nacional, en el país se han identificado dos cinturones esmeraldíferos en la cordillera Oriental de los Andes, denominados cinturón Oriental y cinturón Occidental. Están ubicados en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, principalmente, pero con pequeña influencia en el departamento de Santander. Allí se destacan los distritos mineros de Chivor, Gachalá, Macanal, Muzo, Coscuez, Peñas Blancas, La Palma-Yacopí y La Pita.

La explotación se hace por medio de operaciones subterráneas, que en los últimos años se han venido modernizando debido a la vinculación de compañías internacionales en algunos proyectos mineros. Esto último sin duda permitirá adquirir mayor conocimiento geológico de los yacimientos esmeraldíferos del país, establecer nuevos recursos y reservas, y aumentar la producción nacional y la calidad de nuestras esmeraldas en los próximos años.

La producción nacional de esta gema ha generado desde 2010 recursos por regalías por un valor aproximado de 40.000 millones de pesos, los cuales provienen 96 por ciento de esmeraldas en bruto y 3 por ciento de esmeraldas talladas. El resto de los recursos procede de piedras engastadas (0,5 por ciento) y semipreciosas (0,5 por ciento).

En cuanto a los municipios productores, el Registro Único de Comercializadores de Minerales (Rucom), puesto en marcha a finales de 2016 por la Agencia Nacional de Minería (ANM), ha establecido que el 81 por ciento de las gemas en bruto provienen del municipio de Muzo, mientras que el 16 por ciento de Quípama, el 2 por ciento de Maripí y el 1 por ciento de San Pablo de Borbur, todas poblaciones de Boyacá. Gachalá y Ubalá, en Cundinamarca, también registran producción.

Esta industria convive en Boyacá con otros importantes sectores económicos. Allí se produce anualmente un promedio de 3 millones de toneladas de carbón, más de 300.000 metros cúbicos de materiales para construcción, además de roca fosfórica, hierro y yeso. El himno del departamento menciona explícitamente sus esmeraldas como elemento significativo de su tradición.

Además, Boyacá es ejemplo de minería responsable, sostenible y amigable con el medioambiente. Una actividad compatible con otras actividades productivas en el mismo suelo, y que no afecta el normal desarrollo de las demás industrias. Por el contrario impulsa las economías regionales.

Del total de esmeraldas colombianas exportadas en 2016, 47 por ciento salió hacia Estados Unidos, 26 por ciento hacia Hong Kong (China), 12 por ciento a Tailandia, 4 por ciento a Japón y 4 por ciento a Suiza, los cinco principales socios comerciales de nuestra piedra insignia.

Reitero lo dicho en diversas ocasiones: la minería es una gran oportunidad para la paz. Tenemos un reto grande en el tema de formalización, pero sabemos que trabajando en equipo con las autoridades locales y los mineros, nuestras preciosas esmeraldas seguirán siendo símbolo de esperanza, patrimonio del nuevo país que juntos estamos construyendo, motor de desarrollo regional, portadoras de recursos fundamentales para garantizar educación, salud, cultura y bienestar para los colombianos.

*Presidenta de la Agencia Nacional de Minería.