Para Alejandra Robledo, la alta calidad en las relaciones interpersonales une a las personas que alcanzaron un mayor grado de desarrollo. | Foto: iStock

ANTETITULO

El capital social: un asunto de respeto y convivencia

Los niños y niñas son un motor de cambio. Así lo entiende el Grupo Bolívar, que le apuesta a la construcción de espacios de convivencia para que las familias alcancen una cultura de diálogo dentro de los conjuntos residenciales.

Alejandra Robledo*
17 de noviembre de 2017

Hay vecinos de diferentes tipos: los amistosos, los reservados, los que siempre se ofrecen para las colectas y los que pasan de largo sin saludar. Las relaciones sociales cimientan pequeñas sociedades que pueden resultar en disgustos o en una buena convivencia. Así se construyen las comunidades y, claro, los conjuntos residenciales.

Esto lo ha tenido en cuenta Constructora Bolívar durante más de 20 años, tiempo durante el cual se ha dedicado a construir viviendas, pero también a trabajar para enriquecer la vida de sus propietarios y hacer posible que vivan en paz.

Desde finales de los noventa la empresa ha entregado 170.000 unidades de vivienda en todo el país, de las cuales 130.000 son de interés social. “Cuando comenzamos a construir utilizamos un modelo para crear capital social dentro de las comunidades porque nos dimos cuenta de que los compradores desconocían las normas de la propiedad horizontal, lo que podría terminar en el deterioro de los hogares”, explica Alejandra Robledo, gerente de Creación de Capital Social de Constructora Bolívar.

La compañía le apostó a integrar a las personas, que no se aislaran en sus casas: bien sea por el poco tiempo después del trabajo, los hijos o simplemente la pereza. Para lograrlo los niños cumplieron un papel esencial: hace casi siete años la constructora los involucró en actividades que permitieran mejorar sus condiciones de vida.

Cuatro en conjunto

Constructora Bolívar desarrolló un proyecto comunitario dividido en cuatro propósitos: que los habitantes de un mismo conjunto se conozcan entre ellos, hasta el punto que puedan compartir favores; asociarse para sacar adelante iniciativas personales o comunitarias; que los conflictos que aparezcan en la comunidad sean resueltos de manera pacífica, y que la cultura de la legalidad sea una realidad en las comunidades.

Esto se agrupó en un modelo llamado EnConjunto, que ha capacitado a 1.488 niños en el uso eficiente de recursos naturales y ha creado espacios seguros.

La estrategia se enfoca en la protección de los derechos de los niños y la promoción de la equidad de género, el respeto por la diferencia y la resolución pacífica de conflictos, entre otras prácticas de convivencia. Se desarrollaron actividades relacionadas con fútbol, danza y música, todas dirigidas a menores de edad y a sus padres.

También se genera conciencia sobre los deberes y su papel en una sociedad justa. Por esto los niños y niñas de los conjuntos de Constructora Bolívar entienden que un ciudadano responsable es aquel que exige sus derechos y cumple con sus deberes.

Robledo cuenta que cuando abrieron las primeras convocatorias para que los niños jugaran fútbol, los padres se quedaban en las casas con la tranquilidad de que los partidos se realizaban dentro de los conjuntos residenciales. Por eso decidieron que los balones y los arcos se trasladaran a los parques –afuera–; así se motivaba a los padres a compartir tiempo de calidad con sus hijos y a vincularse a las actividades de participación social.

“Recuerdo un ejemplo de cambio súper lindo. Un conjunto no lograba hacer una asamblea exitosa y decidimos invitar a los niños para que ellos la hicieran. Al final los mismos niños llegaron a un acuerdo e invitamos a los papás. Después de eso todo salió adelante”, dice la gerente, orgullosa. Para el Grupo Bolívar la raíz está en el diálogo y en las relaciones entre iguales. Por eso, en conjunto, no es un asunto exclusivo de adultos: allí, sin duda, también están los niños.