El modelo de edificación y espacios se concibió para generar unas condiciones de habitabilidad dignas. | Foto: Cortesía Universidad Nacional

INNOVACIÓN

Cárceles más humanas

Un grupo multidisciplinario de la Universidad Nacional diseñó un modelo para que las prisiones en Colombia tengan condiciones mínimas de vida digna.

Pablo Abril Contreras y Oliverio Caldas*
10 de abril de 2018

El diseño de espacios para albergar a la población privada de la libertad es un muy buen ejemplo de cómo ciertos edificios y construcciones pueden, como pretende la Carta Constitucional, contribuir con ese papel transformador que deben desempeñar las instituciones públicas, especialmente las de justicia. ¿Qué espera la sociedad de sus reclusos? ¿Qué esperan ellos del sistema penitenciario?

En 2013, a partir de estos interrogantes, la Facultad de Artes de la Universidad Nacional promovió la realización de un grupo de intervenciones de diseño integral para este tipo de infraestructura pública. El primer aspecto que se tuvo en cuenta fue la diversidad. Las personas privadas de la libertad no son un dato estándar. Cada una de ellas tiene una historia y una condición particulares. El sistema se basa en que cada interno tiene la esperanza de retornar a la sociedad algún día, por lo tanto uno de los fines de su reclusión es prepararlo para reinsentarse de manera eficiente en ella. Quienes ingresan al sistema van transitando de un régimen cerrado y restrictivo, a otro abierto, que concluye con la libertad.

El segundo aspecto que se estudió fue el papel que cumple la arquitectura para darle sentido a una infraestructura penitenciaria que sirva de soporte a los programas de reinserción. Así, el proyecto definió cada espacio para crear condiciones dignas de vida y preparar a los internos para comenzar una nueva etapa.

En tercer lugar, la ausencia de espacios y la sobrepoblación de las instalaciones carcelarias dificulta y entorpece el cumplimiento de los fines privativos de la pena. En su gran mayoría las correccionales son inadecuadas e insuficientes para desarrollar los programas de atención y tratamiento.

El equipo multidisciplinario de diseño de la Universidad Nacional formuló un modelo de edificaciones base en cuyos espacios los reclusos podrían tener unas condiciones mínimas de vida digna. Este estándar se elaboró teniendo en cuenta las siguientes características: condenados de género masculino, con penas de prisión menores a diez años, catalogados en mediana seguridad, que participaran en programas de tratamiento penitenciario y que redimieran pena.

Habitabilidad digna

Por último, un cuarto elemento de valor se relaciona con la evaluación de los materiales y las tecnologías de construcción, así como de supervisión adecuada para reducir los costos operativos y aumentar su vida útil, entre otros aspectos.

Pensando en este perfil de internos los diseñadores desarrollaron un sector de mediana seguridad, insertado en cárceles existentes y en un área reducida de 1,5 a 2 hectáreas. Esta tendría capacidad para albergar a 700 internos y en ella se localizaría una serie de espacios y edificios que permitieran garantizar el acceso a instalaciones adecuadas para los programas, y que contribuyeran a desarrollar una operación eficiente.

Se desarrollaron nueve proyectos de diseño orientados a la ampliación de cupos dentro de las cárceles de El Espinal, Ibagué, Tuluá, Buga, Palmira, Ipiales, Cómbita, San Gil y Girón, con formas de ocupación acordes con el clima y a su contexto urbano y social.

El diseño resultante se centra en la transformación positiva. Ella es la que impulsa al sistema, y es el cambio que, tanto la sociedad como los reclusos, esperan que ocurra durante el proceso de privación. Por eso el modelo de edificación y espacios se concibió para generar unas condiciones de habitabilidad dignas, adecuadas y eficientes para todos los actores que allí conviven.

El respeto es el fundamento del diseño y este se tradujo en construcciones que valoran el aire, la naturaleza, la luz, la operación y el acceso a diferentes actividades. Igualmente, la disposición de los edificios, los materiales, la escala y las proporciones, humanizan y enriquecen la experiencia. Así se impactará positivamente en las actividades que adelantan los agentes del Estado y los propios internos; de esa manera podrán desarrollar conocimientos y habilidades para construir un nuevo proyecto de vida e insertarse armónicamente en la sociedad.

*Docentes de la Universidad Nacional.