Los estudiantes deben aprender de oficios artesanales y de todos los sectores que componen el sistema moda. | Foto: Istock

INNOVACIÓN

¿Qué deberían enseñar las escuelas y facultades de moda?

Una interesante reflexión sobre lo que están aprendiendo hoy los estudiantes y algunas propuestas para mejorar los currículos.

Carolina Agudelo*
14 de julio de 2017

Investigando para escribir este artículo encontré varias notas en diversos portales especializados y en la mayoría de ellas se hace referencia a la crisis que afrontan las escuelas de formación en diseño de moda en el mundo. Se habla, por ejemplo, en The Business of Fashion, de que las instituciones venden un sueño falso, o en Not Just a Label, de la manera como les están fallando a los jóvenes diseñadores. El descontento es generalizado.

La mayoría de los escritos que revisé analizan profundamente las fallas del sistema educativo. Señalan que la educación en diseño de moda se quedó instalada en las premisas de formación sobre la individualidad, el divismo, la pasarela y el lujo, sobre las cuales prosperó esta industria durante el siglo pasado. Pero fracasa al tratar de entender lo que sucede en el siglo XXI, con las nuevas formas de relacionarnos desde la cooperación, el consenso, las economías de intercambio, lo local, la sostenibilidad y la idea de trabajar juntos.

Desde esas premisas en torno a la colaboración, el año pasado nació el hub académico Sistema Moda. En él, las instituciones educativas que tienen como fin la formación y la producción de conocimiento para el sistema moda de Bogotá, se reúnen para ser ejemplo de fuerza y acuerdo en una ciudad que se percibe disgregada y separada. Desde el conocimiento que me ha brindado este encuentro, así como el que he adquirido a través de los años, me atrevo a escribir estas líneas.

Primero, una reflexión sobre lo que estudia la moda. En Colombia la vemos relacionada a nivel formativo en la cadena productiva fibra-textil-confección, pero en realidad comprende todo aquello que construye y hace parte de la cultura. Por esto, un actor del sistema debe tener una formación en temas relacionados con todo lo que impacta los estilos de vida mentales e intelectuales de un lugar.

La agrupación de la educación en técnica, tecnóloga y profesional, legado del siglo pasado, nos divide social y mentalmente. Los tres tipos de formación ‘entrenan’ en diferentes herramientas y procesos de pensamiento, pero, ¿qué es del diseñador de moda sin tener horas de costura y patronaje (como horas de vuelo tienen los pilotos)? ¿Qué sería del patronista y el costurero sin los retos de pensamiento que ofrece el diseño? ¿Y qué de las profesiones agregadas al sistema concentradas en los intangibles? Creo que en esa división hemos olvidado que los unos nos debemos a los otros. En la formación en los oficios de la moda (tangibles e intangibles) está el futuro de la educación para el sistema en Colombia.

Revisando diversos currículos (técnicos y profesionales), hallé una gran similitud en contenidos y perfiles de los programas. La mayoría estamos concentrados en formar diseñadores desde la manera más tradicional. Pero dejamos de lado otros aspectos, y lo más importante, no hemos establecido una voz propia desde cada una de las escuelas que alimente a la industria y al sistema.

Hacia un futuro se hace indispensable: reavivar el entrenamiento de costureros y patronistas para una industria ávida de manos y mentes que puedan pensar el vestido; propiciar el renacimiento del oficio del costurero: el taller es el principal laboratorio de innovación. Igualmente, incluir una formación en materiales textiles, para rescatar el conocimiento en hilatura, tejeduría, acabados y estampados; es obligatorio restablecer un programa en diseño de textiles (en convergencia con artesanos, ingenieros, artistas y científicos) desde el cual se alimente el sistema desde la industria hasta la artesanía.

Debe haber una educación en el papel de los oficios artesanales, en los negocios de la moda; en la estrategia y entendimiento del capital creativo como motor del sistema. Una educación y apropiación transversal de las ideas en torno a la sostenibilidad como claves para el desarrollo del sector, de la mano del cuidado del lugar que habitamos. Una formación de comunicadores de la moda, educados en historia y cultura (foránea y local), que puedan hacer una aproximación crítica informada y así llenar de contenido y sentido las páginas de publicaciones como esta que usted tiene en sus manos.

Finalmente, la colaboración y el consenso permanente entre todos los actores del sistema harán que el sector siga su desarrollo, si se tiene como columna vertebral a la educación para visualizar las necesidades de los oficios existentes y de otros tantos en el futuro.

* Profesora asociada, investigadora y coordinadora del área de medios textiles y vestuario del Departamento de Diseño de la Universidad de los Andes.