El año pasado la venta de jeans generó 1.168 millones de dólares en Colombia. | Foto: Istock

Raíces colombianas

Pilar Castaño y su homenaje al jean

Una prenda que rompió todas las barreras, manifiesta por excelencia la libertad y la comodidad; aunque se haya convertido en el uniforme del asfalto y la cotidianeidad.

Pilar Castaño*
25 de julio de 2017

Aun en los momentos más críticos de las naciones, cuando todo es oscuridad, esta prenda prevalece como un ícono de rebeldía y autenticidad que incentiva la creatividad y la individualidad de las personas. Podría decirse que esta es la prenda que rompió todas las barreras a lo largo de su historia.

La moda ha sido utilizada para descifrar las clases sociales. Hoy, con un par de jeans, es imposible saber si la persona es de estrato 1 o 48. Es una prenda sencilla, práctica y al mismo tiempo cargada de personalidad propia como una segunda piel y muy sexy si la sabemos llevar. Siendo el opuesto de la Alta-Costura, representan el listo para llevar y cada día se posicionan más como una prenda indispensable en los armarios de todas las generaciones. Lo más interesante de los jeans hoy en el siglo XXI, es que son la epítome de la democratización de una moda masiva para todo el mundo y todos los climas. Tanto, que no existe ninguna marca reconocida de diseñador que no haya entendido que sin una amplia línea dedicada al denim su marca no sobrevive en el mercado grunge, hippie, hip-hop y eco de hoy.

No existe hoy un lugar en el mundo ni contexto laboral o personal en donde las personas no estén uniformadas del azul índigo y del camaleónico algodón ya sea en un aeropuerto, centro comercial, universidad, parque, fábrica y cada vez, más oficinas u otros lugares de trabajo.

La moda andrógina entró al universo de la mujer de la mano de Gabrielle Chanel y Jean Patou, dos diseñadoras visionarias que quisieron darle comodidad a la mujer para contrarrestar las curvas voluptuosas femeninas y darle un look de muchacho y con ello entró el corte Garconne en el largo del pelo, el color de los labios se volvió rojo irreverente  y las mujeres valientes y controvertidas comenzaron a fumar y tomar como los hombres y ahí el jean cumplió un papel protagónico.

Desde entonces, cada vez más vemos las calles con más mujeres llevando pantalones que faldas en todo el planeta. Su Majestad el Jean, viene desde sus inicios de mil maneras. Desde que Levi Strauss comenzó a vender sus creaciones, unos pantalones en algodón azul índigo en 1850 a los mineros de San Francisco, y luego en 1873 en unión con un sastre de Nevada, el señor Jacob Davis, patentaron los bolsillos traseros para hacerlos más fuertes para los trabajos arduos del campo y lo demás es historia…

Todo el oeste americano se vistió con la prenda para conquistar desiertos y construir caseríos. De ahí el nombre de  Vaqueros en español. En los años treinta, durante la gran depresión americana, fue el uniforme de los obreros en las minas y fábricas. En la posguerra y la época de oro de Hollywood los galanes, desde los más rebeldes como James Dean y Marlon Brando, hasta Clint Eastwood, lo convirtieron con la camiseta blanca en el uniforme obligado de la juventud.

A Europa llegó concretamente a la ciudad de París con los estudiantes tirando piedras adoquinadas de la Ciudad Luz para protestar y de la elite intelectual como el cantante Serge Gainsbourg y su icónica mujer Jane Birkin. En esa misma época el  Enfant Terrible de la Moda francesa, recién salido de la casa Dior y comenzando su carrera como independiente en el barrio latino de París, Yves Saint Laurent, manifestó siempre que “hubiese querido inventar los ‘jeans’, lo más práctico, espectacular, relajado y sexy. Tienen expresión propia y al mismo tiempo son lo más sencillo. Todo lo que yo he querido reflejar con mi ropa”.

En Colombia la producción del jean es masiva. Somos grandes maquiladores y es una prenda que se exporta en enormes cantidades.

*Experta en moda.