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... EL TRAVIESO

Un libro con las más recientes aventuras de Calvin parece confirmnar que éste es el sucesor de Carlitos y de Mafalda.

27 de julio de 1992

QUIEN NO DISFRUta con las tiras cómicas? Es prácticamente el estilo de humor que a todos gusta. Una situación muy simple, casi que esbozada, resuelta con ingenio, es siempre gratificante. De ahí que los "comics" se impusieran en el mundo entero con millonarias ediciones en miles de periódicos. Pero la tira cómica de éxito también ha conocido la suerte del libro. Ahora es común que los niños encuentren a sus héroes preferidos en libros de pequeño formato y que los adultos los lean con el agrado de la mirada infantil.
En la década de los 70 fue Carlitos quien expresó y sintetizó el espíritu de su época. La de los 80 perteneció a Mafalda, el entrañable personaje de Quino. Ahora, en la década de fin de siglo, el turno parece corresponderle a "Calvin y Hobbes", una tira cómica que refleja la mentalidad del niño de los tiempos actuales: un niño rebelde, solitario -puesto que no tiene hermanos, por lo menos todavía-, independiente, crítico pero no neurótico, activo y con salidas, más que chistosas, con un devastador sentido del humor. De "Calvin y Hobbes", Altamir Ediciones acaba de publicar un libro con sus historias más recientes.
Calvin, con seis años de edad, encontró en su tigre de peluche, Hobbes, al compañero ideal para emprender descabelladas empresas, pero también para entablar diálogos desprevenidos que resultan filosóficos. Aunque Hobbes es sólo un muñeco, Calvin hace de él su amigo secreto, un cómplice para los más audaces proyectos y un ser al que puede revelarle sus confidencias, sin el peligro de que éste se convierta en informante de sus padres.
Bill Watterson, el creador de esta exitosa tira cómica, no pretende enseñar ni hacer filosofía con sus héroes. Simplemente quiere reflejar el mundo actual en su sencilla cotidianidad a través de la mirada fantasiosa de los niños. Sin embargo, al atender los insólitos reclamos de los hijos modernos termina por despertar interrogantes e inquietudes entre los padres que andan preocupados por ajustarse a esa modernidad, para evitar los traumas de un posible choque generacional.
Los temores nocturnos, lo indigestas que resultan ciertas colaciones, la imaginación que puebla al mundo de monstruos y las aventuras intergalácticas son las empresas cotidianas en las que Calvin se ve comprometido y las cuales, con su ingenio y en compañía de su imprescindible amigo Hobbes, termina por resolver satisfactoriamente. Satisfactoriamente para él y para el lector -niño o adulto- quien simpatiza desde el primer momento con sus travesuras, su originalidad, su candidez y su delicioso sentido del humor.