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15. Paisaje después de la batalla

24 de marzo de 2007

Juan Goytisolo
España
1982


Juan Goytisolo ha tenido por virtud desmentir a la historia (esa madrastra de la verdad) para ampliar la orilla del presente (esa economía del olvido). Pero en Paisajes después de la batalla logró una proeza: prefigurar el futuro. El paseante que asume roles perversos ve París ocupada por inmigrantes y testimonia el espectáculo de un mundo que sucumbe. Los letreros de la calle son reemplazados por frases en árabe, como si la Ciudad de las Luces fuese de las Sombras. En esa serie farsesca de escenas desurbanas, la novela se despliega no como una contrautopía, sino como un acto ella misma de ocupación que resta y de crítica que desfunda. París ya no es "capital del siglo XIX" sino las primeras ruinas del XXI. Poseída por la paciente furia de Genete, por el sarcasmo arrebatado de Celine, por el apetito provocador de Gide, su prosa gozosa hace que ésta sea hoy su novela más gratuita y, por ello, más valiosa. Su encantamiento es un despropósito: contar lo improbable, parodiarse con humor, dividirse entre su personaje y su narrador, y no esperar demasiado de su tiempo. La "hecatombe" que proclama no es otra que la comedia del fin de la edad burguesa, cuando prevalece la risa del lector ante "el mapa universal de la idiotez". Goytisolo anticipó con brío las transformaciones de la novela actual. Adelantó contra "el milenio que viene", su libertad como un conjuro.

Julio Ortega
Crítico y escritor peruano