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4. 2666

La novela monumental de Bolaño consta de cinco partes y se lee como un relato policial

24 de marzo de 2007

Roberto Bolaño
Chile
2004


Si toda novela posee un fragmento en el que se define en miniatura, la clave de la forma de 2666 y de la narrativa de Roberto Bolaño estaría dada al final del capítulo segundo, donde Amalfitano, un profesor chileno, recuerda una conversación sostenida en Barcelona con un farmacéutico que leía en sus noches de guarda. Alguna vez, éste le preguntó qué libros le gustaban y el farmacéutico le contestó que los libros del tipo La metamorfosis, Bartleby, Un corazón simple, Un cuento de Navidad. Es decir, prefería La metamorfosis en lugar de El proceso; Bartleby en lugar de Moby Dick; Un corazón simple en lugar de Bouvard y Pécuchet y Un cuento de Navidad en lugar de Historia de dos ciudades o el Club de Pickwik. "Qué triste paradoja, pensó Amalfitano. Ya ni los farmacéuticos ilustrados se atreven con las grandes obras imperfectas, torrenciales, las que abren camino en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros".

A través de su personaje, Bolaño expresa muy bien las dos tendencias en las que se debatió su escritura. De un lado, intentar esos ejercicios perfectos de los grandes maestros; del otro, aspirar a las grandes obras imperfectas y torrenciales que a su vez ellos también buscaron. Sobre el mismo tema del mal absoluto, su novela breve Estrella distante sería un buen ejemplo del primer caso: una limpia sesión de entrenamiento de esgrima. Y 2666, con sus 1.119 páginas, del segundo: un combate de verdad "con sangre, heridas mortales y fetidez".

2666 consta de cinco partes. En la primera, La parte de los críticos, cuatro profesores de literatura comparten su obsesión por el misterioso escritor alemán de posguerra Benno von Archimboldi, quien no evita abordar el holocausto. Por una serie de infidencias sospechan que Archimboldi podría estar en Santa Teresa -en la vida real Ciudad Juárez-, una ciudad ubicada en el desierto de Sonora y en plena frontera méxico-norteamericana que tiene el lastre de ser la sede de los horribles crímenes perpetrados contra mujeres jóvenes. En la segunda, La parte de Amalfitano, narra el deterioro síquico del profesor chileno, que parece vivir en un mundo de voces y fantasmas. Es el abrebocas sutil, la introducción al horror de la ciudad maldita. En la tercera, La parte de Fate, Óscar Fate, un periodista afroamericano que escribe crónicas políticas en un diario marginal de Harlem, es enviado a Santa Teresa a cubrir una pelea de boxeo entre un ídolo local y un púgil norteamericano. Como en las mejores novelas policíacas y superando muchas de frontera, a través de la mirada de Fate y una prosa vertiginosa, nos sumergimos de lleno en la ciudad-muerte, en sus bajos fondos de alcohol, violencia, drogas, prostitución y nos acercamos todavía más al tema del asesinato de mujeres. La cuarta, La parte de los crímenes es la descripción del asesinato de 119 mujeres, complementado con el relato de policías, investigadores, periodistas, narcotraficantes y políticos. Y la quinta, La parte de Archimboldi, la primera en orden cronológico, es la biografía de este personaje anticipado en los capítulos anteriores, desde su infancia en Prusia hasta su partida a México.

Unir estas cinco partes es el reto de interpretación que nos propone este vasto magma narrativo que se expande y prolifera en múltiples personajes e historias secundarias. Las obras de Bolaño se leen como relatos policiales que permanecen en la ambigüedad. Y aquí, la ambigüedad no es poca cosa. Si es verdad que el gran escritor es el jefe de los asesinos -podría no serlo- estaríamos ante uno de los principales temas del siglo XX: la cultura que no nos salva de la barbarie.

Esta novela universal escrita en español pertenece al siglo XX porque da cuenta de la guerra europea, el holocausto y la crisis de una civilización abatida moralmente. Y nos conecta directamente con el siglo XXI en Santa Teresa, la capital del mal que guarda en el misterio de sus crímenes "el pavoroso secreto del mundo".

Luis Fernando Afanador
Poeta colombiano. Crítico de libros de SEMANA