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La Real Charanga, salsa brava a la bogotana. En su álbum ‘Charanga capital’ tocan diversos temas relacionados con lo bueno y lo malo de su ciudad

DISCOS

¿A qué sabe la nueva salsa?

La Real Charanga y otras bandas bogotanas protagonizan la nueva explosión de la salsa. Mientras tanto, el conjunto caleño Toño Barrio prepara el contraataque.

Juan Carlos Garay
20 de septiembre de 2008

Luego de escuchar las 14 canciones de Salsa DC, un disco que recopila acertadamente las mejores bandas salseras de la capital, unos señores muy cultos de Barranquilla me ofrecieron el siguiente diagnóstico: "Se nota que son blancos".

No es definitivamente un comentario racial, aunque esa sea la primera impresión. Quizá haya, sí, un poco de orgullo regional al notar que un género tradicionalmente caribeño está pasando a manos de unos talentosos músicos del altiplano. Pero lo que estos melómanos oyeron y refirieron fue un swing diferente con un acento particular. De hecho, uno podría incluso complementar aquel diagnóstico: se nota que son rolos, se nota que vienen de tierra fría, se nota que las bases de su formación musical no son afrocubanas, sino que muchos de ellos vienen de las escuelas del rock y el ska.

O, incluso, de la música clásica. Entre las muchas bandas que protagonizan esta explosión capitalina se cuenta la Real Charanga, con un formato en que tienen cabida los violines, la viola y la flauta traversa. Su director, Daniel Díaz, participó varios años en la Orquesta Sinfónica de Colombia y luego se retiró para concentrarse en su amor por la salsa. Aparte de enriquecer la escena rumbera de Bogotá con su sonido elegante, la Real Charanga ha significado también una oportunidad laboral para músicos de conservatorio que quieren ir más allá del repertorio sinfónico.

El año pasado tuve la oportunidad de visitarlos en su estudio de grabación, en el barrio San Antonio, y observar cómo avanzaban las sesiones del tema instrumental Candela para su segundo disco. A diferencia de otras orquestas que prefieren grabar todos los instrumentos en bloque, los músicos de la Real Charanga iban entrando al estudio uno a uno: el truco no solo permite escuchar una mayor sensación de espacio entre los instrumentos sino que asegura que cada uno de los solos va a tener algo destacable. En un par de meses completaron el álbum.

Ese trabajo salió publicado recientemente y se llama, con justicia, Charanga Capital. En casi todas las canciones hay alusión a Bogotá, que Díaz ha llamado "la nueva capital de la salsa en el mundo". Se menciona el problema de los desplazados que llegan a la ciudad, se rinde homenaje al agite de la calle 19 y la bohemia del barrio La Candelaria, e incluso se musicalizan los versos de uno de los poetas más bogotanos que han existido: su versión salsera de La pobre viejecita habría calzado perfectamente en el disco de homenaje a Rafael Pombo que apareció hace poco.

Así es que, para contrarrestar la amenaza bogotana, los músicos de la ciudad de Cali están decididos a no dejarse arrebatar el título de capital salsera. Su fuerte es el baile, un admirable despliegue de velocidad y acrobacia, y de ahí se han agarrado para organizar shows de talla internacional como Delirio o campeonatos como el Mundial de la Salsa. Y en lo que respecta a orquestas, que es lo que interesa acá, ya tienen una respuesta preparada para pegar duro: se llama Toño Barrio y es la única cuota caleña del compilado Salsa DC. Su música hizo parte de la banda sonora de la película Perro come perro y pronto sacarán su primer álbum para iniciar una pelea sabrosa en la que ganaremos todos, músicos, oyentes y bailadores.

Pero entre tanto, como dice una estrofa del disco de la Real Charanga: "¿Quién iba a pensar, mi hermano? ¡Bogotá se calentó!".