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ABREBOCAS DE LA FIAC

La exposición de Laignelet, Salcedo y Cárdenas en la Garcés Velásquez.

30 de septiembre de 1985

Una nueva edición de la Feria de Arte contemporáneo de París, el próximo mes de octubre, ha motivado a varias instituciones artísticas colombianas, entre ellas la revista Arte en Colombia y la Galería Garcés Velásquez, a participar, al igual que durante los últimos cuatro años. En el caso de la Galería mencionada, su muestra estará conformada con obras de los artistas, Bernardo Salcedo, Víctor Laignelet y Santiago Cárdenas.
La producción de Salcedo, recientemente se había mostrado entre nosotros; con respecto a su exposición en la Sala de Avianca de Barranquilla a comienzos del año, no han ocurrido cambios profundos y básicamente continúa la pesquisa con los elementos fortuitamente encontrados en distintos sitios y circunstancias. Así, los muebles, construidos (por el mismo artista y sus carpinteros) o hallados (en objetos que existían anteriormente, como cajas de radios o relojes, etc.) siguen encerrando mares, hechos con pedazos de sierras sinfin. Pero ahora esas cajas han comenzado a poblarse de pelotas de caucho, de esas de juguete, compradas en almacenes populares. Ellas, seccionadas, dejan ver la estructura interior cuya forma sugiere alguna esfera celeste que bien podría ser este planeta nuestro. Cuando se apoyan sobre las cajas geométricas que encierran los mares, las esferas confieren al conjunto la apariencia de figuras teoremáticas, manipuladoras de argumentos algebraicos o trigonométricos visuales, referidos a la percepción del desperdicio y los objetos menores y deleznables. Su lírica, sin embargo, alude a estratos de significación que justifican la obsesión de su autor y del consistente grupo de sus admiradores.
Víctor Laignelet ha continuado también con algunos de los temas ya habituales de su quehacer, como son las figuras humanas en reposo o llevando a cabo actividades cotidianas, o sus autorretratos, o las cabezas cercenadas de animales que observan con ojos congelados, el espacio exterior (el nuestro, para más señas) que tienen al frente. Por diferentes que parezcan estos asuntos, están unificados entre sí por el modo de visión que los deforma, al romper el horizonte implícito que uniría lo que ve un ojo con lo que ve el otro. Ese arguir con el modo aparentemente inapelable de la organización de lo visto, le permite a la pintura de Laignelet destruir toda "normalidad" de la percepción para crear un desequilibrio, que aparte de visual, es emocional y psíquico. En el trabajo más reciente con que participará en París, la novedad la da la solidez de las figuras de apariencia menos naturalista, ahora más objetuales, como talladas en madera, tiesas, por ello mismo hieráticas, que aspiran a la magia de los iconos.
Por su parte, Santiago Cárdenas mostrará pinturas y dibujos en los que la superposición de dos realidades muy disímiles entre sí, hace pensar inicialmente en el dominio de la incoherencia. Sólo después de sopesar algunas de sus inferencias, el espectador comienza a descifrar el secreto discurrir de estas imágenes. En estos nuevos cuadros, fondos oscuros verdes, negros o grises, como de tablero de aula, van marcados por rayas de tiza que desdibujan figuras desnudas a la manera de los rapidos bocetos, del tipo que se exige a estudiantes de arte cuando se les quiere enseñar a comprender y expresar la más amplia gama de posibilidades anatómicas. En el espacio apretadísimo que media entre el plano frontal de estos tableros representados y el plano frontal del cuadro mismo, aparece pintado alguno que otro de los objetos de la iconografía reciente de Cárdenas, tales como paraguas, lápices, pinceles, brochas, sogas, cuerdas eléctricas etc. La presencia simultánea del dibujo expresionista que sirve de fondo y la pintura de los objetos realistas que aparecen al frente, indica la voluntad de abarcar, en cada uno de los cuadros, los orígenes personales del pintor en la Escuela, con su trabajo juvenil, jugoso, que tanto placer le daba, y, al tiempo, sostener los objetos magistralmente, minuciosamente descritos de su trabajo de pintor maduro. De tal suerte que al superponer estilos, cuestiona la realidad e irrealidad de cada uno de ellos, y arma un muy complejo sistema de significaciones. De manera atrevida, la nueva pintura de Santiago Cárdenas parece despreciar aspectos formales, como son la composición, la unidad, la armonía, etc., para sustituir las versiones convencionales de estos considerandos por gestos más audaces de pensamiento. Así,corre el riesgo de generar curiosidades, pero también se abre al albur de parir imágenes prototípicas y primarias, lo cual sería la culminacion de cualquier creatividad.
En resumen, estos tres artistas vuelven por los fueros de sus referencias habituales, para replantear nuevas coyunturas argumentales y sensibles. Algo así como lo que está sucediendo con las corrientes más importantes de la creatividad Occidental de hoy que, al retomar asuntos de la historia del arte, indica su ansia de antiguedad, sin abandonar la voluntad de plantear las inquietudes del momento presente.