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ADIOS AL GENIO FEO

Actor, cantante, bailarín y seductor Sammy Davis marco una época en el mundo del espectáculo.

18 de junio de 1990

Corría el mes de agosto del año pasado.
Como en sus mejores épocas, Sammy Davis estaba de gira con dos de sus socios más queridos en el espectáculo, Frank Sinatra y Liza Minnelli. En esa ocasión, estaban encargados de amenizar una convención de vendedores de autos Cadillac.
Con los aplausos aún resonando en sus oIdos, Davis regresó al hotel. Aunque se sintió algo indispuesto, la velada lo dejó del todo satisfecho, su voz era la de antes y sus pies respondían a pesar de las dos operaciones que le debieron hacer para corregir un problema en la cadera, una en el 84 y otra en el 85.
El malestar continuó y el médico dió el fatal diagnóstico:
cáncer en la garganta. Era el comienzo del fin. Tras un largo tratamiento, el pasado miercoles 16 de mayo, a los 64 años de edad, murió Sammy Davis Jr., el hombre espectáculo, el compañero de fórmula de Sinatra, Minnelli y de otro grande que esta enfermo en la actualidad, Dean Martin.

Cantante, bailarín, actor, en fin, un artista en todo el sentido de la palabra, Sammy Davis nació en Nueva York el 8 de diciembre de 1925, en el seno de una familia de artistas. Tanto su padre Sammy Davis como su madre Elvira Sanchez -de origen puertorriqueño-, eran bailarines. Desde esos días descolló por su habilidad con los pies, especialmente para el tap, y a pesar de su voz infantil interpretó con éxito varias de las canciones famosas del repertorio de jazz.
A los siete años protagonizó su primera película, "Rufus Jones para presidente", y en ella alcanzó el renombre de otros niños genios como Shir ley Temple y Judy Garland. El swing tampoco le fue ajeno e interpretó varias de las melodías de las grandes bandas, pero con su muy particular estilo. En 1.946 su canción "La forma en que luces esta noche" fue declarada como la mejor del año.
Por ese entonces se encontró con los grandes, Sinatra, Martin, Jerry Lewis y Bing Crosby, y con ellos formó llaves que nunca fallaron. Además, gracias a sus dotes de imitador, en 1954 impuso un album en el que imitaba a sus amigos. Ese fue un año clave en la vida de Sammy sufrio un accidente automovilístico en el que perdió un ojo y se convirtió al judaísmo. A pesar de esto, continuó una carrera ascendente, que se vio en serio peligro a finales de los años 60 cuando su adicción al alcohol y a las drogas mermó sus capacidades. Se internó en clínicas para adictos, sometió a tratamientos y finalmente logró superar la crisis. Lo que no pudo manejar fue el cigarrillo y sólo cuando le diagnosticaron el cáncer dejó de fumarse los 40 cigarrillos diarios que acostumbraba.

Mr. Entertainment, como lo conocían en el medio solo se sentía seguro en el escenario Cantar, bailar, imitar, actuar, contar chistes era su vida y lo único que sabía hacer. En el cine realizó, aparte del de infancia, varias incursiones exitosas y una de las que más satisfecho la dejó fue en la que personificó a Sportin en la versión cinematográfica de "Porgy and Bess", la ópera negra del compositor George Gershwin. Hizo más de 20 películas y tal vez fue en la más reciente de ellas, "Taps", en la que los colombianos lo vieron por última vez, interpretando a un viejo maestro en el arte del baile.

Casi tan agitada como su vida artística fue su vida sentimental. En 1958 se casó con la bailarina Loray White, pero la unión a duras penas resistió un año. De nuevo probó suerte en 1961 y se unió a la actriz sueca Mai Britt, con la que duró siete años y tuvo una hija, Tracey. Las cosas le cambiaron de manera radical en 1970, cuando se casó con la también bailarina Altovise Gore, la mujer con la que habría de vivir sus últimos años. Adoptaron un hijo, Manny, y con ellos Sammy encontró la estabilidad emocional que tanto le hacía falta. Tuerto, flaco, bajito y feo, como el mismo se describía, Sammy Davis siempre dijo que fue precisamente su fealdad la que le dio tanto exito entre las mujeres. Seductor empedernido, fue mucho el dinero que derrochó en interminables noches de parranda que con frecuencia se convertían en días enteros.

Alejado ya de ese ritmo frenético y en el preciso momento en que había logrado alcanzar su mejor forma, la enfermedad lo tomó por sorpresa. A comienzos de este año los médicos se mostraron algo optimistas y el propio Davis abrigó la esperanza de volver a las tablas. Pero no fue así.
En los meses que antecedieron a su muerte, tuvo la satisfacción de comprobar el cariño que le tenían tanto sus compañeros de trabajo como el público. Liza Minnelli, por ejemplo, maleta en mano llegaba a la casa del cantante y se acomodaba allí durante días enteros para hacerle compañía. Sinatra lo llamaba casi a diario y puso a su disposición un avión para lo que se pudiera necesitar. Cuando se pensó que podía salvarse pero que su voz no sería ya la misma, Sammy dijo: "no quiero que la gente sienta lástima de mí. O vuelvo a cantar como antes o no regreso al escenario. Al menos, soy afortunado en estar vivo, así no pueda volver a cantar". El pasado 6 de mayo pisó por última vez las tablas, cuando se le hizo un sentida homenaje en la televisión con la participación de las principales figuras del momento, incluidos Michael Jackson y Tracy Chapman.

Tras su última entrada al hospital, los médicos decidieron mandarlo para la casa a esperar el momento final. Allí, en su residencia de Beverly Hills, rodeado por sus familiares y amigos, murió este hombre que pidió que en su tumba se pusiera, debajo de su nombre y de las fechas, la palabra animador: "Eso es todo porque eso es lo que soy".-