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ADIOS A LA DIVA

CON LA MUERTE DE PILAR LORENGAR SE INICIA EL FIN DE LA EDAD DE ORO DEL CANTO ESPAÑOL., 29509

22 de julio de 1996

Después de la guerra civil, España ha vivido su edad de oro del canto. Fenómeno sin precedentes en su historia y que abrió la soprano catalana Victoria de los Angeles, seguida por la aragonesa Pilar Lorengar, quienes abonaron el camino que más tarde han recorrido gloriosamente sus compatriotas Teresa Berganza y Montserrat Caballé y los tenores Alfredo Krauss, Jaime Aragall, José Carreras y Plácido Domingo. La pasada semana murió en España la Lorengar, luego de una penosa y prolongada enfermedad que desde hace varios años había forzado su retiro del elenco estable de la Opera Alemana de Berlín, a la cual estuvo ligada prácticamente durante tres décadas. María Lorenza García era el verdadero nombre de la diva, formada en la estricta disciplina del Conservatorio del Liceo de Barcelona. En realidad Pilar Lorengar inició su carrera como mezzosoprano en 1949. Sin embargo en 1951, después de resultar vencedora de un concurso en Barcelona, tomó la determinación de abordar mejor los roles para voz de soprano. Fue así como inició su carrera en España. Muy rápidamente su prestigio rebasó las fronteras de la limitadísima y provinciana vida musical de la España de la posguerra y en cosa de un par de años ya había debutado, con enorme éxito, en dos de las casas de ópera más prestigiosas de Europa: la Opera de París y el Covent Garden de Londres. Al año siguiente, 1955, vino el debut en Estados Unidos. A partir de entonces, Lorengar se consolidó como una de las sopranos más respetadas en la interpretación de los grandes roles para voz de soprano en el repertorio mozartiano. De ella se decía que era diametralmente lo contrario a la típica diva de ópera exigente y de berrinches, y que su carácter sencillo y descomplicado había sido la razón por la que prefirió mejor entrar a formar parte del elenco estable de la Opera Alemana de Berlín que someterse al trajín de giras y hoteles para cantar cada noche en lugar diferente. Aunque Pilar Lorengar hizo importantísimas incursiones al repertorio lírico italiano, como su memorable caracterización de La Traviata de Verdi, que fue llevada al disco con dirección de Lorin Maazel, al lado de su compatriota Jaime Aragall y del formidable y legendario barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau, el reino de Pilar Lorengar fue Mozart, con sus magistrales interpretaciones de la Condesa de Las Bodas de Fígaro, Fiordiligi de Cosí fan tutte y Pamina de La flauta mágica, que le fueron ovacionadas en los míticos festivales de Salzburgo. Aunque la carrera y el repertorio estaban más en la órbita alemana, Lorengar era una abanderada de la música española que gustaba de incluirla en sus recitales, incluso en el mismo Festival del Salzburgo, hizo un gran concierto de romanzas de zarzuela al lado de Plácido Domingo. Después de su forzoso retiro Lorengar regresó a España e incluso tomó parte en la inauguración del Teatro de la Maestranza de Sevilla en 1991. Sin embargo, al año siguiente, fue la gran ausente en la ceremonia de inauguración de los Olímpicos, cuando cantaron todas las grandes voces de la España lírica: Krauss, Caballé, Berganza, Carreras, Domingo... De su arte y condiciones formidables de soprano lírico, queda uno de los registros discográficos más importantes, con óperas de Verdi, Puccini, Haydn, Strauss y naturalmente su inseparable Mozart. España ve con tristeza el deceso de la Lorengar, que de alguna manera representa el inicio del fin de la edad de oro del canto español, pues al fin y al cabo desde el debut de José Carreras, hace ya más de dos décadas, no ha aparecido ninguna nueva figura de auténtica talla internacional.